Olimpia Era
Miembro Conocido
Niña Preciosa
Preciosa y sencilla margarita, que tantos te deshojan, diciendo sí o no.
Así es mi niña, preciosa, sencilla, inocente.
Su pelo es de color dorado, lleno de rizos, que parece que su cabellera, cuando la agita el viento, la va a hacer volar, pero cuando el viento para, tiene un aire despeinado, precioso, como si lo hubiese dejado así de manera intencionada.
Mi niña inocente, está creciendo, lo noto en su estatura, pero yo la veo igual de pequeña, ¿será que mi vista no es lo que era?.
Su carita de piel blanca, delicada, con mejillas sonrosadas y eso grandes ojos marrones, que parecen pintados por el más aplicado pintor, para representar una Virgen.
Viste sencilla, como la gente de hoy, con sus vaqueros y camiseta, nada extremado. Confía todavía en mis consejos para elegir la ropa y parece haber desarrollado un estilo propio, delicado y que resalta su fragilidad.
Un día, mi preciosa niña, nos presentó a un chico. Parece que se quieren casar.
Me he quedado helada, ¡¿mi preciosa niña casarse?! si es muy joven!.
Hoy es el día de su boda, su vestido blanco la hace aún más preciosa, mas de lo que es.
Mi niña lleva una sonrisa franca, sencilla y él, he de reconocer que está elegante, apuesto y, sobre todo, la adora.
No puedo dejar de pensar en la preciosa y sencilla margarita y que, a lo largo de los años, ambos la irán deshojando, sí o no.
Este pensamiento me hace llorar, no sé si de emoción al verla caminar hacia el altar o de pensar, que tendrá que vivir la vida y, como la margarita, si o no, y yo estaré allí, para apoyarla, como una simple espectadora.
¡Mi preciosa, inocente y adorada niña!
Olimpia Era
Preciosa y sencilla margarita, que tantos te deshojan, diciendo sí o no.
Así es mi niña, preciosa, sencilla, inocente.
Su pelo es de color dorado, lleno de rizos, que parece que su cabellera, cuando la agita el viento, la va a hacer volar, pero cuando el viento para, tiene un aire despeinado, precioso, como si lo hubiese dejado así de manera intencionada.
Mi niña inocente, está creciendo, lo noto en su estatura, pero yo la veo igual de pequeña, ¿será que mi vista no es lo que era?.
Su carita de piel blanca, delicada, con mejillas sonrosadas y eso grandes ojos marrones, que parecen pintados por el más aplicado pintor, para representar una Virgen.
Viste sencilla, como la gente de hoy, con sus vaqueros y camiseta, nada extremado. Confía todavía en mis consejos para elegir la ropa y parece haber desarrollado un estilo propio, delicado y que resalta su fragilidad.
Un día, mi preciosa niña, nos presentó a un chico. Parece que se quieren casar.
Me he quedado helada, ¡¿mi preciosa niña casarse?! si es muy joven!.
Hoy es el día de su boda, su vestido blanco la hace aún más preciosa, mas de lo que es.
Mi niña lleva una sonrisa franca, sencilla y él, he de reconocer que está elegante, apuesto y, sobre todo, la adora.
No puedo dejar de pensar en la preciosa y sencilla margarita y que, a lo largo de los años, ambos la irán deshojando, sí o no.
Este pensamiento me hace llorar, no sé si de emoción al verla caminar hacia el altar o de pensar, que tendrá que vivir la vida y, como la margarita, si o no, y yo estaré allí, para apoyarla, como una simple espectadora.
¡Mi preciosa, inocente y adorada niña!
Olimpia Era
