Jorge Toro
Miembro Conocido
El mundo afuera palpita,
en aceras, parques, cantinas y bares,
en todas disímiles barriadas…
Un infinito bullicio de palabras y opiniones,
de cantos y sonrisas,
bulle interminable.
Un festejo alborozado sin porqués,
simplemente por vivir, por sentir;
una noche más que al jolgorio invita.
Mientras ello afuera ocurre,
mientras frenética a lo lejos la vida todos gozan,
entre muros, aferrado a mi silencio,
me cobijo en soledad,
acompañado por mi sombra,
exclusiva compañera.
Pervivo aquí, encerrado,
sin interlocutores,
con la cabeza habitada por lóbregos fantasmas,
insanas amarguras,
y flagelantes penas auto asignadas…
Y con constantes miedos,
miedos absurdos, miedos adoptados,
miedos afincados en la entraña,
tumores guarecidos que pululan
y se reproducen a mi amparo.
Miedos al futuro
que se para frente a mí con aire misterioso,
mientras yo, acobardado ante su pálpito,
apenas pienso y lucho
por recoger unos billetes
que resguarden mi mañana.
Miedo a un mañana incierto y mal augurado,
henchido de vacíos,
de vacíos merecidos,
vacíos fruto de una vida desabrida.
Sin nada que lustre mi presente,
apenas tres muebles, una cama
y ropa por montones olvidada en los armarios;
con apenas una amiga tan leal como malvada:
esa botella donde aletargo mis dudas y penas.
Y aquí,
enjaulado entre mis muros,
con tres billetes grandes que gastar,
pienso en salir y disfrutar…
Pero, ¿gastar y disfrutar con quién?
con los bufones de la calle,
con los alcohólicos noctámbulos,
con las empleadas de los bares,
que - todos a una - adulándome me roban.
Con las mujeres de falso amor,
de besos artificiales y palabras recitadas,
de representados orgasmos y corazones vacíos.
Con los "amigos" sanguijuelas,
bichos usurpadores, que succionan
y me dejan a la vera del camino
cuando ya no me encuentran sangre,
cuando me han quitado todo…
Nada vale la pena…
menos aún me vale hilar ideas,
ésta simplemente es otra
nauseabunda
y casi cotidiana noche negra.
en aceras, parques, cantinas y bares,
en todas disímiles barriadas…
Un infinito bullicio de palabras y opiniones,
de cantos y sonrisas,
bulle interminable.
Un festejo alborozado sin porqués,
simplemente por vivir, por sentir;
una noche más que al jolgorio invita.
Mientras ello afuera ocurre,
mientras frenética a lo lejos la vida todos gozan,
entre muros, aferrado a mi silencio,
me cobijo en soledad,
acompañado por mi sombra,
exclusiva compañera.
Pervivo aquí, encerrado,
sin interlocutores,
con la cabeza habitada por lóbregos fantasmas,
insanas amarguras,
y flagelantes penas auto asignadas…
Y con constantes miedos,
miedos absurdos, miedos adoptados,
miedos afincados en la entraña,
tumores guarecidos que pululan
y se reproducen a mi amparo.
Miedos al futuro
que se para frente a mí con aire misterioso,
mientras yo, acobardado ante su pálpito,
apenas pienso y lucho
por recoger unos billetes
que resguarden mi mañana.
Miedo a un mañana incierto y mal augurado,
henchido de vacíos,
de vacíos merecidos,
vacíos fruto de una vida desabrida.
Sin nada que lustre mi presente,
apenas tres muebles, una cama
y ropa por montones olvidada en los armarios;
con apenas una amiga tan leal como malvada:
esa botella donde aletargo mis dudas y penas.
Y aquí,
enjaulado entre mis muros,
con tres billetes grandes que gastar,
pienso en salir y disfrutar…
Pero, ¿gastar y disfrutar con quién?
con los bufones de la calle,
con los alcohólicos noctámbulos,
con las empleadas de los bares,
que - todos a una - adulándome me roban.
Con las mujeres de falso amor,
de besos artificiales y palabras recitadas,
de representados orgasmos y corazones vacíos.
Con los "amigos" sanguijuelas,
bichos usurpadores, que succionan
y me dejan a la vera del camino
cuando ya no me encuentran sangre,
cuando me han quitado todo…
Nada vale la pena…
menos aún me vale hilar ideas,
ésta simplemente es otra
nauseabunda
y casi cotidiana noche negra.