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Nostalgia otoñal



Amanece un día de otoño,
los rayos de sol brillan sobre el valle,
las hojas secas caen y desnudan los árboles,
tapizan como alfombras las praderas,
vuelan con el viento
y caen flotando sobre las aguas.
Muchas veces las contemplamos
y observamos un paisaje otoñal colorido.
Caminando sobre el valle,
mis pisadas siembran una amargura dorada.

En la tristeza fría y húmeda de la mañana
el viento dijo:
con mi roce descubro los colores
de los árboles, las hojas y los fondos dormidos,
voy herido de falsas miradas,
sentimientos oscuros,
palos de la vida
y nunca puedo llorar
pero acaricio el llanto de las personas,
el aullido de los perros,
el grito del grillo que pasa hambre por la noche,
y acompaño a los caminantes solitarios.
Me conocen los niños y los ancianos
y me muestro melancólico.
Me escondo en el cielo nublado,
en las copas de los árboles desnudos,
en los ríos que se mueven y saltan con cascadas,
saludo al ruiseñor que canta su melodía
y me escapo por la noche
huyendo hacia las mil estrellas que brillan en el cielo.

Camino sobre el valle,
fascinada del colorido otoñal
la melancolía otoñal penetra en mi
y me pregunto:
¿ Qué haré yo sobre el valle
pisando con mi suelas las hojas secas
y contemplando el colorido otoñal
con mi alma oprimida por la soledad?
¿ Qué haré yo
sino observo tu rostro,
si tus ojos no me ven,
si tu mano ya no me coge
y tus labios no me besan?
Dios mío ¿cual será el bálsamo que alivie mi soledad?
 

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Amanece un día de otoño,
los rayos de sol brillan sobre el valle,
las hojas secas caen y desnudan los árboles,
tapizan como alfombras las praderas,
vuelan con el viento
y caen flotando sobre las aguas.
Muchas veces las contemplamos
y observamos un paisaje otoñal colorido.
Caminando sobre el valle,
mis pisadas siembran una amargura dorada.

En la tristeza fría y húmeda de la mañana
el viento dijo:
con mi roce descubro los colores
de los árboles, las hojas y los fondos dormidos,
voy herido de falsas miradas,
sentimientos oscuros,
palos de la vida
y nunca puedo llorar
pero acaricio el llanto de las personas,
el aullido de los perros,
el grito del grillo que pasa hambre por la noche,
y acompaño a los caminantes solitarios.
Me conocen los niños y los ancianos
y me muestro melancólico.
Me escondo en el cielo nublado,
en las copas de los árboles desnudos,
en los ríos que se mueven y saltan con cascadas,
saludo al ruiseñor que canta su melodía
y me escapo por la noche
huyendo hacia las mil estrellas que brillan en el cielo.

Camino sobre el valle,
fascinada del colorido otoñal
la melancolía otoñal penetra en mí
y me pregunto:
¿ Qué haré yo sobre el valle
pisando con mi suelas las hojas secas
y contemplando el colorido otoñal
con mi alma oprimida por la soledad?
¿Qué haré yo
sino observo tu rostro,
si tus ojos no me ven,
si tu mano ya no me coge
y tus labios no me besan?
Dios mío ¿cuál será el bálsamo que alivie mi soledad?
PALOMITA

Tu bálsamo es tu maravillosa poesía.

Abrazos y besos de mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo.
 

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