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Otro tiempo

Dada

Miembro
OTRO TIEMPO


¿Cómo puedo extrañar un tiempo que no viví?
¿Cómo puedo desear deseos indeseados por ser los sueños inconclusos?
¿Cómo puedo elegir entre gritarle al vacío mudo incoherencias cuneiformes
o caer por un barranco de misóginas perversiones?
¿Cómo canto? ¿Cómo bailo?
¿Cómo saco con un salto esa piedra en mi zapato?
¿Cómo concentrarme en el torrente borrascoso de palabras inacabadas
que desciende por una autopista estelar de frustraciones histriónicas?
¿Cómo hago para zambullirme en el descanso de la escalera interminable
de una torre de babel surrealista que me lleva hasta un duelo a sable saturniano
entre corrientes de pensamiento opuestas?
¿Como componer esa canción esquiva que me aleje del reflejo tenebroso
de mis propios demonios?
¿Cómo me planto ante este imponente monumento pragmático de realidad liberal
que empequeñece la sensibilidad creadora de los duendes fracasados?
¿Cómo me alzo entre rascacielos perversos de cemento y monstruosas
ediciones literarias digitales que celebran versonometrías panfletarias?
¿Cómo endulzar versos métricos inversos que se yerguen sobre América en clave de dialecto,
entre tragos embriagados de verbos ensayados que ensalzan la figura anodina
de un caballero de sonrisa bizantina?
¿Qué es este dolor en el costado cuando me siento a tu lado
y contemplamos entre besos secretos una lluvia de verano?

¿Qué es este amor, y ese amor en el amor que subyuga la capacidad de ver mi reflejo en el espejo,
y contestarme fríamente que aquello en lo que creo puede ser simplemente
aquello en lo que no creo?
¿Cómo puedo ver en esa sombra de creencias subversivas; intempestivas,

un orden en el caos melancólico de muros y trincheras por el que abrirme paso en la sociedad?
¿Cómo puede ser escribir demencias dicromáticas sobre textos sin formato,
lo mismo que arrancar notas desalmadas de una guitarra bajo un árbol?
¿Cómo puedo contentarme con saberme fiel a un libro de ideas marginales,

siempre y cuando esas ideas se mantengan marginales?
¿Es que desarrollé fortuitamente una capacidad intelectual,
que en mi calidad de pasante inadecuado de un oficio de ideas,
me haga menester de un enemigo declarado?
¿De un conjunto diligente de preceptos imperfectos al que atacar fervientemente cada viernes?
¿Cómo le canto a mi merced? ¿Cómo le bailo?
¿Cómo podrías entender, página estúpida, el dolor inteligible y la vergüenza eterna
de haber abandonado en mi retirada desordenada
a “Enrique el Caballo y su banda de carpas maravillosas”?
¿Cómo podrías entender el vacío sordo que tengo en el pecho,
el hueco chorreante de sangre miserable,
si nunca viste a un ejecutivo salir de un baño privado limpiando el rastro
de lágrimas que había llorado, sin saber siquiera cuáles eran las penas que le habían afectado?
Si nunca escuchaste el murmullo holístico de la cafetería de la facultad de humanidades
tornarse canción arrolladora de tumultos ignorantes;
de fantasmas de granate; y farsantes medievales.
Si nunca viste en mi miedo artero un pellejo inepto de sumisiones fervorosas.

Si la dura duda que carcome mi valiente exégesis de absurdismo; posmodrenismo;
y anarquismo-socialismo; incluso incluyendo ofrendas de barbitúricos nocturnos al abismo,
te es tan sólo el lamento cotidiano de un esclavo encarnado
en el quiste sebáceo del vertedero cosmopolita de la sociedad.
Si soy un Quijote quijotesco y enfermizo berberecho cuya absurda lucha
de pasiones imperfectas, abandona el destacado monumento al desasosiego
que implica perder minutos de mi vida caminando por el puerto.
Si me escapo cual lagarto milenario, y destaco con mi canto semi abstracto
de instantáneas de un momento dado, que juzguen indeleblemente
con mi pensamiento irreverente mis ideas imperecederas hasta que un viento del oeste
las lleve por afluentes de un río embravecido,
y se pierdan para siempre en una vasta nube de incongruencias imperfectas
Si me siento, y me esquivo a mi mismo y me escondo en el hondo trasfondo
de inclusiones y exclusiones que yo mismo me pongo
como anatema de mis propios miedos y de mis propias perversiones.
Si este miedo manchego y quijotesco -de nuevo-
me enferma y exaspera de acuerdo al recuerdo de aquellos que en su momento
me hicieron mamar de sus propios preceptos.
Y me hicieron cantar, y me hicieron bailar y me hicieron correr y olvidar y pensar
que alguna vez en algún momento quizás, y solamente quizás, exista un “pero”
y en él una página en blanco agitando un recuerdo;
y ese recuerdo aunque austero me lleve a un camino abyecto huyendo de mis propios “peros”
y a encontrarme alabando situaciones absurdas y perversiones inconclusas,
corriendo descalzo por un paisaje de cayos y morros urgiendo mi miedo a estar solo;
y caer enfermo -por eso- a los pies del Lafíngelo todopoderoso,

y llorar descorazonado, rogando entre millones de humanos,
un segundo de silencio compartido,
y poder dormir al resguardo del deseo de tus besos, hasta que el frío grisáceo y glaciar
me haga correr nuevamente
y poder encontrarme con esa otra parte -enemiga por siempre-
en la soledad más desoladora, en el páramo mas engorroso, en las colinas más borrascosas,
para poder dormir una vez, y otra vez y otra vez y para siempre tal vez,
acompañado de mis miedos y mis amores más pretenciosos,
sólo para no sentirme solo.




*El presente texto está incluido en el poemario "Versonometría, el Laufíngelo y otras consideraciones" que será publicado en la primer quincena de julio por el grupo editor "Irrupciones"
 

Tony_Drüms

Miembro Conocido
OTRO TIEMPO


¿Cómo puedo extrañar un tiempo que no viví?
¿Cómo puedo desear deseos indeseados por ser los sueños inconclusos?
¿Cómo puedo elegir entre gritarle al vacío mudo incoherencias cuneiformes
o caer por un barranco de misóginas perversiones?
¿Cómo canto? ¿Cómo bailo?
¿Cómo saco con un salto esa piedra en mi zapato?
¿Cómo concentrarme en el torrente borrascoso de palabras inacabadas
que desciende por una autopista estelar de frustraciones histriónicas?
¿Cómo hago para zambullirme en el descanso de la escalera interminable
de una torre de babel surrealista que me lleva hasta un duelo a sable saturniano
entre corrientes de pensamiento opuestas?
¿Como componer esa canción esquiva que me aleje del reflejo tenebroso
de mis propios demonios?
¿Cómo me planto ante este imponente monumento pragmático de realidad liberal
que empequeñece la sensibilidad creadora de los duendes fracasados?
¿Cómo me alzo entre rascacielos perversos de cemento y monstruosas
ediciones literarias digitales que celebran versonometrías panfletarias?
¿Cómo endulzar versos métricos inversos que se yerguen sobre América en clave de dialecto,
entre tragos embriagados de verbos ensayados que ensalzan la figura anodina
de un caballero de sonrisa bizantina?
¿Qué es este dolor en el costado cuando me siento a tu lado
y contemplamos entre besos secretos una lluvia de verano?

¿Qué es este amor, y ese amor en el amor que subyuga la capacidad de ver mi reflejo en el espejo,
y contestarme fríamente que aquello en lo que creo puede ser simplemente
aquello en lo que no creo?
¿Cómo puedo ver en esa sombra de creencias subversivas; intempestivas,

un orden en el caos melancólico de muros y trincheras por el que abrirme paso en la sociedad?
¿Cómo puede ser escribir demencias dicromáticas sobre textos sin formato,
lo mismo que arrancar notas desalmadas de una guitarra bajo un árbol?
¿Cómo puedo contentarme con saberme fiel a un libro de ideas marginales,

siempre y cuando esas ideas se mantengan marginales?
¿Es que desarrollé fortuitamente una capacidad intelectual,
que en mi calidad de pasante inadecuado de un oficio de ideas,
me haga menester de un enemigo declarado?
¿De un conjunto diligente de preceptos imperfectos al que atacar fervientemente cada viernes?
¿Cómo le canto a mi merced? ¿Cómo le bailo?
¿Cómo podrías entender, página estúpida, el dolor inteligible y la vergüenza eterna
de haber abandonado en mi retirada desordenada
a “Enrique el Caballo y su banda de carpas maravillosas”?
¿Cómo podrías entender el vacío sordo que tengo en el pecho,
el hueco chorreante de sangre miserable,
si nunca viste a un ejecutivo salir de un baño privado limpiando el rastro
de lágrimas que había llorado, sin saber siquiera cuáles eran las penas que le habían afectado?
Si nunca escuchaste el murmullo holístico de la cafetería de la facultad de humanidades
tornarse canción arrolladora de tumultos ignorantes;
de fantasmas de granate; y farsantes medievales.
Si nunca viste en mi miedo artero un pellejo inepto de sumisiones fervorosas.

Si la dura duda que carcome mi valiente exégesis de absurdismo; posmodrenismo;
y anarquismo-socialismo; incluso incluyendo ofrendas de barbitúricos nocturnos al abismo,
te es tan sólo el lamento cotidiano de un esclavo encarnado
en el quiste sebáceo del vertedero cosmopolita de la sociedad.
Si soy un Quijote quijotesco y enfermizo berberecho cuya absurda lucha
de pasiones imperfectas, abandona el destacado monumento al desasosiego
que implica perder minutos de mi vida caminando por el puerto.
Si me escapo cual lagarto milenario, y destaco con mi canto semi abstracto
de instantáneas de un momento dado, que juzguen indeleblemente
con mi pensamiento irreverente mis ideas imperecederas hasta que un viento del oeste
las lleve por afluentes de un río embravecido,
y se pierdan para siempre en una vasta nube de incongruencias imperfectas
Si me siento, y me esquivo a mi mismo y me escondo en el hondo trasfondo
de inclusiones y exclusiones que yo mismo me pongo
como anatema de mis propios miedos y de mis propias perversiones.
Si este miedo manchego y quijotesco -de nuevo-
me enferma y exaspera de acuerdo al recuerdo de aquellos que en su momento
me hicieron mamar de sus propios preceptos.
Y me hicieron cantar, y me hicieron bailar y me hicieron correr y olvidar y pensar
que alguna vez en algún momento quizás, y solamente quizás, exista un “pero”
y en él una página en blanco agitando un recuerdo;
y ese recuerdo aunque austero me lleve a un camino abyecto huyendo de mis propios “peros”
y a encontrarme alabando situaciones absurdas y perversiones inconclusas,
corriendo descalzo por un paisaje de cayos y morros urgiendo mi miedo a estar solo;
y caer enfermo -por eso- a los pies del Lafíngelo todopoderoso,

y llorar descorazonado, rogando entre millones de humanos,
un segundo de silencio compartido,
y poder dormir al resguardo del deseo de tus besos, hasta que el frío grisáceo y glaciar
me haga correr nuevamente
y poder encontrarme con esa otra parte -enemiga por siempre-
en la soledad más desoladora, en el páramo mas engorroso, en las colinas más borrascosas,
para poder dormir una vez, y otra vez y otra vez y para siempre tal vez,
acompañado de mis miedos y mis amores más pretenciosos,
sólo para no sentirme solo.
Entre preguntas y grisáceos paisajes borrosos. Entre filosofías y habladurías, lo mas prominente es tener un solido punto de vista. Interesante obra, extensa, y breve, un saludo, Tony.
 

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