Yaneth Hernández
Miembro Conocido
Siempre miré tu rostro agrietado,
con la piedad de mi inocencia.
El silencio era tu mayor olvido para mí;
nada anhelaba más que tus abrazos ausentes.
Tu promesa, de volver alguna vez, quedó en el aire;
crecí esperándote bajo el candil.
A veces escuchaba tus pasos,
pero sólo era mi imaginación, tú caminabas otras sendas.
Amaba tu presencia aunque el tiempo te ganaba,
entonces soñaba navegar
con mis barquitos de papel, junto a ti.
Los años han pasado padre mío,
no sé si alguna vez me extrañaste.
Ahora que miro el horizonte en paz,
déjame encontrarte
entre las brumas de la eternidad.
Quizá me quisiste,
quizás en algún invierno, te acordaste de mí.
Padre mío, los barquitos de papel, todavía esperan por ti.
Te amo…
Derechos reservados.
con la piedad de mi inocencia.
El silencio era tu mayor olvido para mí;
nada anhelaba más que tus abrazos ausentes.
Tu promesa, de volver alguna vez, quedó en el aire;
crecí esperándote bajo el candil.
A veces escuchaba tus pasos,
pero sólo era mi imaginación, tú caminabas otras sendas.
Amaba tu presencia aunque el tiempo te ganaba,
entonces soñaba navegar
con mis barquitos de papel, junto a ti.
Los años han pasado padre mío,
no sé si alguna vez me extrañaste.
Ahora que miro el horizonte en paz,
déjame encontrarte
entre las brumas de la eternidad.
Quizá me quisiste,
quizás en algún invierno, te acordaste de mí.
Padre mío, los barquitos de papel, todavía esperan por ti.
Te amo…
Derechos reservados.