Marcela
Miembro Conocido
Parodia de Adán y Eva en una situación cotidiana. (I de la serie Parodias)
Parodia de Adán y Eva en una situación cotidiana. (I de la serie Parodias)
-Queremos tener abuelos papá. Queremos saber de ellos papá. ¿Por qué no los podemos conocer? Cuéntanos de ellos…
-Son temas de familia y aún son pequeños para saber, vayan a jugar con los animales nuevos…-Contesta el padre.
-No, no iremos sin saber quiénes son nuestros abuelos, que les ha pasado…-Replican los niños
Y entonces Adán llama a su mujer, mientras reta a Caín quien tortura a su hermano Abel haciéndole piquete de ojos:
-Viejaaaaaaa, le contestas a estos pesados que ya me están pudriendo la manzana.
Aparece Eva, mientras se coloca en la posición de madre aguantadora y sabia y les responde:
Lo siento criaturitas de Dios, no tienen abuelos.
Satisfechos los niños, se van a jugar con el árbol del fruto prohibido para continuar la especie entre sus hermanas.
Adán se queda perplejo mirando a Eva y consternado llora al no haber podido resolver él mismo esta situación familiar. No llores Adán - le dice Eva- eres un buen padre y actuaste como tal, así será por generaciones y generaciones.
Conforme parcialmente pero sin ahondar demasiado en sus emociones y en la respuesta contundente de Eva, Adán se va a probar una nuez que le queda atorada en la garganta pero no lo molesta.
Eva, sonriente y murmurando “hombres”, sigue depilándose las piernas con las tenazas de un alacrán.
Parodia de Adán y Eva en una situación cotidiana. (I de la serie Parodias)
-Queremos tener abuelos papá. Queremos saber de ellos papá. ¿Por qué no los podemos conocer? Cuéntanos de ellos…
-Son temas de familia y aún son pequeños para saber, vayan a jugar con los animales nuevos…-Contesta el padre.
-No, no iremos sin saber quiénes son nuestros abuelos, que les ha pasado…-Replican los niños
Y entonces Adán llama a su mujer, mientras reta a Caín quien tortura a su hermano Abel haciéndole piquete de ojos:
-Viejaaaaaaa, le contestas a estos pesados que ya me están pudriendo la manzana.
Aparece Eva, mientras se coloca en la posición de madre aguantadora y sabia y les responde:
Lo siento criaturitas de Dios, no tienen abuelos.
Satisfechos los niños, se van a jugar con el árbol del fruto prohibido para continuar la especie entre sus hermanas.
Adán se queda perplejo mirando a Eva y consternado llora al no haber podido resolver él mismo esta situación familiar. No llores Adán - le dice Eva- eres un buen padre y actuaste como tal, así será por generaciones y generaciones.
Conforme parcialmente pero sin ahondar demasiado en sus emociones y en la respuesta contundente de Eva, Adán se va a probar una nuez que le queda atorada en la garganta pero no lo molesta.
Eva, sonriente y murmurando “hombres”, sigue depilándose las piernas con las tenazas de un alacrán.
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