Miguel Francisco Romero
Nuevo Miembro
PARTIR A UN TIEMPO NUEVO
© Derechos reservados del texto. (III)
Autor: Miguel F. Romero 18/04/2013 Argentina.
Sí, creo que está llegando el momento de partir
voluntad y alma, tenazmente, luchan con desvelo
pero el cuerpo, el corazón, las miran con recelo.
Sobrevivir, no es vivir, y yo no quiero hacerlo.
Siento que la vida se trasfunde en amargos silencios
y se escapa, como lagrimas secas, entre mis dedos.
Siento la satisfacción que mi deber está cumplido
aunque la vida me haya malherido y resentido.
Estoy tranquilo, me perdoné y todo lo perdono,
Todos los momentos de mi vida en lucha, trasvasado,
en pos del amor, de sueños y quimeras, quizás cumplidos
en la lucha diaria, sin pausa, sin pensar el abandono.
Y, sí, llegarán los momentos de pasear por los ocasos tormentosos,
que tanto me gustan, y nunca pude hacerlo, como yo quería.
Subiré las lomadas, de miel y esmeraldas, hasta el techo de las nubes
en la brisa suave y tenue lluvia, que tanto me gustan, por compañía.
Buscaré donde nace el arco iris, reclamo que tengo desde niño,
explorando en las auroras, en las cascadas, en la lluvia, hasta encontrarlo,
también lo haré en los amaneceres transparentes, con la paz en sintonía.
Haré una huerta de verduras y frutas deliciosas, sin fatigarme,
y un hermoso jardín soleado, florecido y de todos los colores.
Alimentaré a los almas rebeldes, para buscarles estar en armonía,
escucharemos la música, que nos guste, en iguales sintonías,
indagando en los espíritus, la paz el amor y la avenencia.
Buscaré tranquilo, sin prisa y sin pausa, a mis seres más queridos,
y haré lo mismo con aquellos, que me tildaban de enemigo.
En ese lugar, no habrá cabida para odios, miedos ni rencores,
allí, simplemente, existe el amor y la amistad sin condiciones.
Construiré una cabaña, muchas ventanas, luminosa, llena de sol,
será el albergue de quien quiera, la única condición, vivir con amor.
Seremos todos uno, y uno seremos todos, unidos, congraciados
con la paz, la dicha, corazón y el alma, en ese tiempo, conjugados.
Tendré allí a Platero, que me llevará en su lomo a las quebradas,
a recoger las frutas más hermosas y las hierbas perfumadas.
El Cóndor, Rey de las cumbres, sus alas al viento desplegadas,
guiarán mi alma, hasta los cielos celestes y lejanos, esperados.
Buscaré a mi madre y también mi padre, y en ese lugar tranquilo,
dejaré que me que me diga lo que sienta, y lo haga como amigo,
le pediré perdón, por la vida que me regaló, sin haberle nada resarcido.
Perdonaré a mi madre, su abandono, la cubriré con amor, y con cariño,
le pediré que me enseñe a llorar, que por su culpa olvidé,¡ que desatino!.
Subiré al árbol más grande, más hermoso, quise hacerlo desde niño,
y me bañaré en algún rio tranquilo y transparente, sin sentir frio.
Caminaré, tanto me gusta, bajo la lluvia, con mi corazón en paz, ya tranquilo,
entre las nubes, la brisa, y en la entrañable compañía de mis amigos.
Haré todo lo que quise hacer y no pude, gozando los ocasos, solo míos.
Estarás, hermanita, mí querida, en tú silla preferida y el tejido,
esperándome, siempre, con la costumbre del té recién servido.
Tal vez, por alguna razón desconocida, florezcan los recuerdos,
como jazmines perfumados, que vienen del centro de la nada.
Su perfume abrirá sendas, en las cavernas neblinosas de mi memoria,
buscando atajos, hasta la luz de mi alma, inerte, yaciente, desgajada.
Pasarán por mi memoria y mi conciencia, soles y aromas conocidos,
besarán mis parpados cerrados, en mis ojos, secos, castigados.
Los recuerdos surgirán como la vida, en un único momento,
mi corazón, buscará sus latidos, en acompasado movimiento,
y si puedo, despertaré a la vida, tranquilo y sin lamentos.
Y nada humano me será extraño, habré aprendido lecciones únicas,
en la difícil tarea de ser hombre.
En el tránsito por el tiempo de la vida, el dolor nos encierra en una celda
que no podremos abrir nosotros, porque la única llave, la posee él, el tiempo.
© Derechos reservados del texto. (III)
Autor: Miguel F. Romero 18/04/2013 Argentina.
Sí, creo que está llegando el momento de partir
voluntad y alma, tenazmente, luchan con desvelo
pero el cuerpo, el corazón, las miran con recelo.
Sobrevivir, no es vivir, y yo no quiero hacerlo.
Siento que la vida se trasfunde en amargos silencios
y se escapa, como lagrimas secas, entre mis dedos.
Siento la satisfacción que mi deber está cumplido
aunque la vida me haya malherido y resentido.
Estoy tranquilo, me perdoné y todo lo perdono,
Todos los momentos de mi vida en lucha, trasvasado,
en pos del amor, de sueños y quimeras, quizás cumplidos
en la lucha diaria, sin pausa, sin pensar el abandono.
Y, sí, llegarán los momentos de pasear por los ocasos tormentosos,
que tanto me gustan, y nunca pude hacerlo, como yo quería.
Subiré las lomadas, de miel y esmeraldas, hasta el techo de las nubes
en la brisa suave y tenue lluvia, que tanto me gustan, por compañía.
Buscaré donde nace el arco iris, reclamo que tengo desde niño,
explorando en las auroras, en las cascadas, en la lluvia, hasta encontrarlo,
también lo haré en los amaneceres transparentes, con la paz en sintonía.
Haré una huerta de verduras y frutas deliciosas, sin fatigarme,
y un hermoso jardín soleado, florecido y de todos los colores.
Alimentaré a los almas rebeldes, para buscarles estar en armonía,
escucharemos la música, que nos guste, en iguales sintonías,
indagando en los espíritus, la paz el amor y la avenencia.
Buscaré tranquilo, sin prisa y sin pausa, a mis seres más queridos,
y haré lo mismo con aquellos, que me tildaban de enemigo.
En ese lugar, no habrá cabida para odios, miedos ni rencores,
allí, simplemente, existe el amor y la amistad sin condiciones.
Construiré una cabaña, muchas ventanas, luminosa, llena de sol,
será el albergue de quien quiera, la única condición, vivir con amor.
Seremos todos uno, y uno seremos todos, unidos, congraciados
con la paz, la dicha, corazón y el alma, en ese tiempo, conjugados.
Tendré allí a Platero, que me llevará en su lomo a las quebradas,
a recoger las frutas más hermosas y las hierbas perfumadas.
El Cóndor, Rey de las cumbres, sus alas al viento desplegadas,
guiarán mi alma, hasta los cielos celestes y lejanos, esperados.
Buscaré a mi madre y también mi padre, y en ese lugar tranquilo,
dejaré que me que me diga lo que sienta, y lo haga como amigo,
le pediré perdón, por la vida que me regaló, sin haberle nada resarcido.
Perdonaré a mi madre, su abandono, la cubriré con amor, y con cariño,
le pediré que me enseñe a llorar, que por su culpa olvidé,¡ que desatino!.
Subiré al árbol más grande, más hermoso, quise hacerlo desde niño,
y me bañaré en algún rio tranquilo y transparente, sin sentir frio.
Caminaré, tanto me gusta, bajo la lluvia, con mi corazón en paz, ya tranquilo,
entre las nubes, la brisa, y en la entrañable compañía de mis amigos.
Haré todo lo que quise hacer y no pude, gozando los ocasos, solo míos.
Estarás, hermanita, mí querida, en tú silla preferida y el tejido,
esperándome, siempre, con la costumbre del té recién servido.
Tal vez, por alguna razón desconocida, florezcan los recuerdos,
como jazmines perfumados, que vienen del centro de la nada.
Su perfume abrirá sendas, en las cavernas neblinosas de mi memoria,
buscando atajos, hasta la luz de mi alma, inerte, yaciente, desgajada.
Pasarán por mi memoria y mi conciencia, soles y aromas conocidos,
besarán mis parpados cerrados, en mis ojos, secos, castigados.
Los recuerdos surgirán como la vida, en un único momento,
mi corazón, buscará sus latidos, en acompasado movimiento,
y si puedo, despertaré a la vida, tranquilo y sin lamentos.
Y nada humano me será extraño, habré aprendido lecciones únicas,
en la difícil tarea de ser hombre.
En el tránsito por el tiempo de la vida, el dolor nos encierra en una celda
que no podremos abrir nosotros, porque la única llave, la posee él, el tiempo.
