Diego López
Miembro Activo
Algunos dicen que murió de tristeza, otros, que se tornó cala a orilla de un mausoleo sin nombre. Caminó entre la penumbra de sus dolencias, hasta el sepulcro del olvido donde confluyen los recuerdos, para inmolar su tristeza. El destiempo le susurró que la muerte silenciosa, resguardó en su remanso, el amor de su vida. Le hendieron por los ojos las palabras lacerantes del que no entiende la ausencia perpetua, y se profirieron las lágrimas como un grito desgarrando al mismo infierno.
Amor conferido, compartido, a veces prohibido, en sigilo, tormentoso, afable, sublime, idealizado, consentido… amor eterno como rúbrica magnánima de dos almas que se buscan desde antes, desde siempre. Amor que muere y perece en el tiempo de los mortales, pero seguirá vivo y latiendo, hasta volver a encontrarse. Amor que nace para ser aroma en el viento, que transita libre los vuelos sensibles de un sentir que florece en el estío de una vida. Amor que ha partido hacia el sueño eterno, legando el dolor acérrimo de la soledad y la nostalgia.
Algunos dicen que murió de tristeza, otros, que se tornó piedra pétrea a orilla de una tumba con nombre. Acarició su recuerdo en el pensamiento, como si su rostro pudiera verlo, como si sus lágrimas besaran los labios que otrora profirieron la alegría de un hijo en las entrañas como sello de ese lazo que no habría de cortarse por el tiempo y la distancia. Y el silencio vistió su cuerpo doblegado con la serenidad del consuelo, y la noche desnudó su alma en la intemperie de sus quebrantos. Mas se sucedieron instantes sin tiempo, donde sus manos arañaron la incertidumbre de los adentros. El dolor caminaba pesado sus pasos hastiados, y se hizo averno el mañana de sus ayeres. Y feneció de tristeza, aún peregrino de sus respiros.
Amor que ha partido, para resguardarse en las reminiscencias, pues la verdadera muerte ciñe la garganta, cuando el olvido… vocifera la última palabra. Solo la melodía de un réquiem en la eternidad, llorando la muerte… que desgarra
Título: PEREGRINO DE TRISTEZAS
Autor: Diego López (Argentina)
Amor conferido, compartido, a veces prohibido, en sigilo, tormentoso, afable, sublime, idealizado, consentido… amor eterno como rúbrica magnánima de dos almas que se buscan desde antes, desde siempre. Amor que muere y perece en el tiempo de los mortales, pero seguirá vivo y latiendo, hasta volver a encontrarse. Amor que nace para ser aroma en el viento, que transita libre los vuelos sensibles de un sentir que florece en el estío de una vida. Amor que ha partido hacia el sueño eterno, legando el dolor acérrimo de la soledad y la nostalgia.
Algunos dicen que murió de tristeza, otros, que se tornó piedra pétrea a orilla de una tumba con nombre. Acarició su recuerdo en el pensamiento, como si su rostro pudiera verlo, como si sus lágrimas besaran los labios que otrora profirieron la alegría de un hijo en las entrañas como sello de ese lazo que no habría de cortarse por el tiempo y la distancia. Y el silencio vistió su cuerpo doblegado con la serenidad del consuelo, y la noche desnudó su alma en la intemperie de sus quebrantos. Mas se sucedieron instantes sin tiempo, donde sus manos arañaron la incertidumbre de los adentros. El dolor caminaba pesado sus pasos hastiados, y se hizo averno el mañana de sus ayeres. Y feneció de tristeza, aún peregrino de sus respiros.
Amor que ha partido, para resguardarse en las reminiscencias, pues la verdadera muerte ciñe la garganta, cuando el olvido… vocifera la última palabra. Solo la melodía de un réquiem en la eternidad, llorando la muerte… que desgarra
Título: PEREGRINO DE TRISTEZAS
Autor: Diego López (Argentina)