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Poema 24
Lucero de la Navidad
Lucero de navidad,
ciegas tristeza al brillar,
viste en blanco la ciudad,
el frío invierno al llegar.
Tu destello lindo esparce,
irradiando la alegría
y esperanza que renace,
nos anuncias al Mesías.
Lluvia con luz de colores,
pringando sobre fachadas,
el pino con sus olores,
impregnando las moradas.
Nieve cae en el tejado,
sepulta en frío su barro,
compensa el coloreado,
luces su orilla bordando.
Blanco cutis de las calles,
es de rojo maquillado,
con listones y detalles,
escarchados de dorado.
Al verde árbol se le viste,
con esferas cristalinas,
de brillo resplandeciente,
luciendo sus ramas lindas.
A escala va el nacimiento,
se coloca bajo el pino,
pastle de gris filamento,
forma el terreno divino.
Una caja hace de cueva,
y ladera de montaña,
con el musgo se hace la hierba,
figurando la majada.
Los pastores y borregos,
hechos de barro pintado,
esparcidos entre cerros,
pastoreando el ganado.
Se distribuyen foquitos,
tintinean como estrellas,
regados por todos sitios,
dejando divinas señas.
Un espejo forma el lago,
de reflejo luminoso,
con cisnes de cuello largo,
en remanso primoroso.
El pesebre está en la cueva,
del humilde hogar sagrado,
se ilumina con luz densa,
del ángel ahí posado.
Con enramado del pino,
al pórtico se da forma,
los reyes ante el divino,
lucero sobre la loma.
Alrededor los pastores,
hincados con sus borregos,
y unas flores con obsequios,
al niño rindiendo honores.
En su interior la familia,
da luz a un ambiente amable,
transforma la cueva impía,
en un recinto adorable.
Nacimiento del Mesías,
momento que no se extingue,
lucero luz de alegría,
que en nuestras vidas persiste
Lucero de la Navidad
Lucero de navidad,
ciegas tristeza al brillar,
viste en blanco la ciudad,
el frío invierno al llegar.
Tu destello lindo esparce,
irradiando la alegría
y esperanza que renace,
nos anuncias al Mesías.
Lluvia con luz de colores,
pringando sobre fachadas,
el pino con sus olores,
impregnando las moradas.
Nieve cae en el tejado,
sepulta en frío su barro,
compensa el coloreado,
luces su orilla bordando.
Blanco cutis de las calles,
es de rojo maquillado,
con listones y detalles,
escarchados de dorado.
Al verde árbol se le viste,
con esferas cristalinas,
de brillo resplandeciente,
luciendo sus ramas lindas.
A escala va el nacimiento,
se coloca bajo el pino,
pastle de gris filamento,
forma el terreno divino.
Una caja hace de cueva,
y ladera de montaña,
con el musgo se hace la hierba,
figurando la majada.
Los pastores y borregos,
hechos de barro pintado,
esparcidos entre cerros,
pastoreando el ganado.
Se distribuyen foquitos,
tintinean como estrellas,
regados por todos sitios,
dejando divinas señas.
Un espejo forma el lago,
de reflejo luminoso,
con cisnes de cuello largo,
en remanso primoroso.
El pesebre está en la cueva,
del humilde hogar sagrado,
se ilumina con luz densa,
del ángel ahí posado.
Con enramado del pino,
al pórtico se da forma,
los reyes ante el divino,
lucero sobre la loma.
Alrededor los pastores,
hincados con sus borregos,
y unas flores con obsequios,
al niño rindiendo honores.
En su interior la familia,
da luz a un ambiente amable,
transforma la cueva impía,
en un recinto adorable.
Nacimiento del Mesías,
momento que no se extingue,
lucero luz de alegría,
que en nuestras vidas persiste
