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Poema 33
Amor...
Amor en su máxima expresión
que desprende como rocío al ocaso del sol,
siempre amando a corazón abierto,
sanando heridas, innovando amor.
Crepúsculo insaciante,
fluyendo a los sentidos, creciente constante,
como oasis, en el punto exacto en plena insolación.
Refrescante brisa de amar y renaciendo al alma
en cada primorosa cita de amor.
Amor...
Perfecta melodía susurrante a mis sentidos,
con embelecidas notitas, hasta la más íntima comisura,
impulsos constantes de amor, fascinante adoración
saturando de placeres adheridos a la piel.
Adictivo, traicionero, complaciente
pero siempre dulce amor,
sin tiempo exacto, haciendo presencia,
añorando su ausencia, pero al final siempre triunfante.
¡Ay amor!
Jugando con el destino, dejando huellitas indelebles
de sabores e insabores que en recuerdos vas dejando
almas enamoradas, esperanza e ilusión.
¡Ay amor!
Siempre imprescindible,
quien no conoce tú hechicería,
encantamiento divino,
como el esplendor del alba,
la candidez de un niño haciendo jugarretas,
pero siempre el complemento ideal al amar.
Con las disculpas del caso subo este poema que me había quedado traspapelado.
Amor...
Amor en su máxima expresión
que desprende como rocío al ocaso del sol,
siempre amando a corazón abierto,
sanando heridas, innovando amor.
Crepúsculo insaciante,
fluyendo a los sentidos, creciente constante,
como oasis, en el punto exacto en plena insolación.
Refrescante brisa de amar y renaciendo al alma
en cada primorosa cita de amor.
Amor...
Perfecta melodía susurrante a mis sentidos,
con embelecidas notitas, hasta la más íntima comisura,
impulsos constantes de amor, fascinante adoración
saturando de placeres adheridos a la piel.
Adictivo, traicionero, complaciente
pero siempre dulce amor,
sin tiempo exacto, haciendo presencia,
añorando su ausencia, pero al final siempre triunfante.
¡Ay amor!
Jugando con el destino, dejando huellitas indelebles
de sabores e insabores que en recuerdos vas dejando
almas enamoradas, esperanza e ilusión.
¡Ay amor!
Siempre imprescindible,
quien no conoce tú hechicería,
encantamiento divino,
como el esplendor del alba,
la candidez de un niño haciendo jugarretas,
pero siempre el complemento ideal al amar.
Con las disculpas del caso subo este poema que me había quedado traspapelado.
