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Poema 47
Regresando
Rezo,
en la armonía de la noche,
y con la lejanía de la mirada,
aquello que no callo,
es… como una plegaria al tiempo;
pétalos al viento envío,
mensajero de mi pensamiento,
sólo sé,
que ella,
solitaria llora mi regreso,
para que su corazón respire.
No existen borrascosas nubes,
que puedan enmarañar mis sentimientos,
ni tinieblas que hielen mis venas,
el cielo me brinda sus estrellas,
para que mi camino hacia ella,
aminore la venida,
el sol de día es mi sarmiento,
con su luz de paz y vida.
El mar, la tierra y el cielo,
imaginariamente,
tu imagen me trasladan,
mi corazón se inunda,
se sumerge en el fascinante placer,
que me regocija tu espejo;
y tú aliento de poesía,
y el ardor de tu pasión,
brinda tu permanencia a mí lado,
para que este rosario,
nos una de nuevo… mi buen amor.
Autor : Oscar Eduardo Flores
Regresando
Rezo,
en la armonía de la noche,
y con la lejanía de la mirada,
aquello que no callo,
es… como una plegaria al tiempo;
pétalos al viento envío,
mensajero de mi pensamiento,
sólo sé,
que ella,
solitaria llora mi regreso,
para que su corazón respire.
No existen borrascosas nubes,
que puedan enmarañar mis sentimientos,
ni tinieblas que hielen mis venas,
el cielo me brinda sus estrellas,
para que mi camino hacia ella,
aminore la venida,
el sol de día es mi sarmiento,
con su luz de paz y vida.
El mar, la tierra y el cielo,
imaginariamente,
tu imagen me trasladan,
mi corazón se inunda,
se sumerge en el fascinante placer,
que me regocija tu espejo;
y tú aliento de poesía,
y el ardor de tu pasión,
brinda tu permanencia a mí lado,
para que este rosario,
nos una de nuevo… mi buen amor.
Autor : Oscar Eduardo Flores