Maite
Miembro Activo
Por fin en el paraíso.
Destemplada y temerosa
me interné en un bosquecillo
de árboles parlantes
que me acariciaban
con sus osadas ramas,
tratando de seducir mi alma.
Rodeada de tanto ser
viviente e inmóvil,
no atiné a movimiento alguno,
pero poquito a poco
esas ramas se fueron
transformando en manos
que me acariciaban
brindándome cariño
y una sensación de beneplácito
se adueñó de mí.
Una nueva luz
comenzó a cegar mis ojos
y me di cuenta
que por fin había llegado al paraíso.
Destemplada y temerosa
me interné en un bosquecillo
de árboles parlantes
que me acariciaban
con sus osadas ramas,
tratando de seducir mi alma.
Rodeada de tanto ser
viviente e inmóvil,
no atiné a movimiento alguno,
pero poquito a poco
esas ramas se fueron
transformando en manos
que me acariciaban
brindándome cariño
y una sensación de beneplácito
se adueñó de mí.
Una nueva luz
comenzó a cegar mis ojos
y me di cuenta
que por fin había llegado al paraíso.
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