Olimpia Era
Miembro Conocido
Hoy salió el sol, como cualquier otro día,
para la mayoría de los humanos, esto se diría,
pero para Marc y Yasira, es día salió diferente,
pues, aunque no lo saben, es el de su muerte.
Ellos se levantaron, como todos los días desayunaron,
su madre los asea y envía al colegio, con sus libros.
Recogen sus cosas y salen como cada día, andaron,
pararon en la tienda a dejar la lista de suministros.
Su madre más tarde pasaba a recogerla o lo llevaba el tendero.
Ellos contentos, saltando y jugando por las aceras,
no saben de discusiones, ni política, ni esas cosas no llevaderas.
Llegan al colegio, saludan a los compañeros, incluso al hijo del tendero.
La maestra les enseña, ellos aprenden y bromean,
ríen y juegan en el patio, las niñas en un sitio y los chicos en otro,
pero se divierten, mientras comen algo, al menos los que llevaron.
Algunos compañeros, son tan buenos, que comparten su almuerzo.
Entran en clase y sigue la mañana, todos mirando el reloj,
pronto sonará la campana y corriendo saldrán para ir a casa.
Solo faltan dos minutos, cuando una bomba perdida,
de las discusiones de mayores, ha dejado la escuela herida.
Herida la escuela, heridas las familias, herida la ciudad,
pues los niños no tienen nada que ver en esta disputa.
Sus hijos yacen, algunos heridos, pero Marc y Yasira…
esa suerte no han tenido, sus cuerpos ensangrentados…
Su madre al enterarse, corriendo va por sus hijos
y los encuentra tendidos con cara de angelitos,
ensangrentados por las viles discusiones humanas,
a ella poco le importan, se han llevados a sus hijitos.
Las madres de los heridos, suspiran con alivio,
no importa si les han dejado tullidos, están vivos.
Miran con pena a las madres de los fallecidos,
se abrazan, no se preguntan, la culpa de quien ha sido.
Saben que les han dado en el punto, donde más ha dolido,
en el lugar donde aprenden inocentes… los niños.
Los hombres gritan, que ellos debían de haber muerto…
y no los niños que con esta bomba, ya se han ido.
Luego en televisión, en que hasta los enemigos,
lloran de pensar en el error que han cometido,
no querían hacer daño a mujeres o niños,
solo querían ganar esta disputa y terminar con lo acaecido.
Pero allí yacen, manchados de sangre, como angelitos,
Marc y Yasira, muertos, sin saber cómo ha ocurrido.
Nadie les devolverá a la vida, los verán enterraditos,
¿pero si al menos sirviera de algo, sería un consuelo y comprendido?
Concha Balada
ESPAÑA 05/08/15
Reservados los Derechos de Autor
para la mayoría de los humanos, esto se diría,
pero para Marc y Yasira, es día salió diferente,
pues, aunque no lo saben, es el de su muerte.
Ellos se levantaron, como todos los días desayunaron,
su madre los asea y envía al colegio, con sus libros.
Recogen sus cosas y salen como cada día, andaron,
pararon en la tienda a dejar la lista de suministros.
Su madre más tarde pasaba a recogerla o lo llevaba el tendero.
Ellos contentos, saltando y jugando por las aceras,
no saben de discusiones, ni política, ni esas cosas no llevaderas.
Llegan al colegio, saludan a los compañeros, incluso al hijo del tendero.
La maestra les enseña, ellos aprenden y bromean,
ríen y juegan en el patio, las niñas en un sitio y los chicos en otro,
pero se divierten, mientras comen algo, al menos los que llevaron.
Algunos compañeros, son tan buenos, que comparten su almuerzo.
Entran en clase y sigue la mañana, todos mirando el reloj,
pronto sonará la campana y corriendo saldrán para ir a casa.
Solo faltan dos minutos, cuando una bomba perdida,
de las discusiones de mayores, ha dejado la escuela herida.
Herida la escuela, heridas las familias, herida la ciudad,
pues los niños no tienen nada que ver en esta disputa.
Sus hijos yacen, algunos heridos, pero Marc y Yasira…
esa suerte no han tenido, sus cuerpos ensangrentados…
Su madre al enterarse, corriendo va por sus hijos
y los encuentra tendidos con cara de angelitos,
ensangrentados por las viles discusiones humanas,
a ella poco le importan, se han llevados a sus hijitos.
Las madres de los heridos, suspiran con alivio,
no importa si les han dejado tullidos, están vivos.
Miran con pena a las madres de los fallecidos,
se abrazan, no se preguntan, la culpa de quien ha sido.
Saben que les han dado en el punto, donde más ha dolido,
en el lugar donde aprenden inocentes… los niños.
Los hombres gritan, que ellos debían de haber muerto…
y no los niños que con esta bomba, ya se han ido.
Luego en televisión, en que hasta los enemigos,
lloran de pensar en el error que han cometido,
no querían hacer daño a mujeres o niños,
solo querían ganar esta disputa y terminar con lo acaecido.
Pero allí yacen, manchados de sangre, como angelitos,
Marc y Yasira, muertos, sin saber cómo ha ocurrido.
Nadie les devolverá a la vida, los verán enterraditos,
¿pero si al menos sirviera de algo, sería un consuelo y comprendido?
Concha Balada
ESPAÑA 05/08/15
Reservados los Derechos de Autor
