Jorge Toro
Miembro Conocido
De ti no tengo nada físico,
ni tu presencia
ni objeto alguno
uniéndome a tu vida.
No tengo una fotografía,
algún video,
tu voz en un casete,
siquiera letras de tu mano,
cualquiera prenda abandonada,
alguna marca en mi almohada
o un ápice de tu fragancia en mis cobijas.
Nada de eso existe,…
pero no requiero su existencia.
Tengo…
En las yemas de mis dedos
cada imperceptible trozo de tu piel
su tibieza y lozanía.
En mi boca
la pericia de tu beso,
el trayecto de tu lengua juguetona,
de tu cálida saliva
y la dulce sal de tus fronteras.
En mis ojos
íntegra tu imagen,
desde las falanges de tus dedos
hasta el último cabello,
tus sinuosas curvas
y ese tono caramelo.
En mi olfato
tu hechicero aroma,
y el almizcle seductor
destilado por tus poros.
En mi oído
una y todas tus palabras,
la armonía de tu risa loca
y tu goce más sensual.
En mi cuello
el fervor de tus abrazos;
en mis manos
tus amadas manos enlazadas;
en mi pecho
tus enhiestos senos;
en mis piernas
esas tuyas voluptuosas.
En mi sexo
tu sublime ardor,
esa vehemencia al devorarme,
ese progresivo cabalgar…
y por cientos, tus orgasmos.
Tengo tu existencia
habitando aquí, conmigo,
en mis células completas,
- inclusive en la que nace y me renueva,
porque estás grabada en mi genética-.
Me habitas,
fundida a mi existencia en todas horas,
así, por siempre y sin remedio estés ausente...
presente estás en todas otras formas concebibles.
Más vital que una fotografía,
un video, algún casete,
unas letras, una prenda,
marcas en las almohadas
o cualquier fragancia en mis cobijas…
Invariablemente permaneces,
palpitándome en el cuerpo,
vívida en mi mente,
a pesar de que hoy por hoy,
-cuanto tengo tuyo-
son apenas los recuerdos.
ni tu presencia
ni objeto alguno
uniéndome a tu vida.
No tengo una fotografía,
algún video,
tu voz en un casete,
siquiera letras de tu mano,
cualquiera prenda abandonada,
alguna marca en mi almohada
o un ápice de tu fragancia en mis cobijas.
Nada de eso existe,…
pero no requiero su existencia.
Tengo…
En las yemas de mis dedos
cada imperceptible trozo de tu piel
su tibieza y lozanía.
En mi boca
la pericia de tu beso,
el trayecto de tu lengua juguetona,
de tu cálida saliva
y la dulce sal de tus fronteras.
En mis ojos
íntegra tu imagen,
desde las falanges de tus dedos
hasta el último cabello,
tus sinuosas curvas
y ese tono caramelo.
En mi olfato
tu hechicero aroma,
y el almizcle seductor
destilado por tus poros.
En mi oído
una y todas tus palabras,
la armonía de tu risa loca
y tu goce más sensual.
En mi cuello
el fervor de tus abrazos;
en mis manos
tus amadas manos enlazadas;
en mi pecho
tus enhiestos senos;
en mis piernas
esas tuyas voluptuosas.
En mi sexo
tu sublime ardor,
esa vehemencia al devorarme,
ese progresivo cabalgar…
y por cientos, tus orgasmos.
Tengo tu existencia
habitando aquí, conmigo,
en mis células completas,
- inclusive en la que nace y me renueva,
porque estás grabada en mi genética-.
Me habitas,
fundida a mi existencia en todas horas,
así, por siempre y sin remedio estés ausente...
presente estás en todas otras formas concebibles.
Más vital que una fotografía,
un video, algún casete,
unas letras, una prenda,
marcas en las almohadas
o cualquier fragancia en mis cobijas…
Invariablemente permaneces,
palpitándome en el cuerpo,
vívida en mi mente,
a pesar de que hoy por hoy,
-cuanto tengo tuyo-
son apenas los recuerdos.
