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Como Pedro no llegaba,
su esposa, por celular,
le habló para preguntar
en qué lugar se encontraba.

Él le contestó al instante
con singular alegría:
¿Te acuerdas amada mía,
de aquella gran joyería
en la que tuvimos antes,
cuando entonces tú querías
un anillo de diamantes
y comprarlo no podía?

Ella rebosó alegría,
casi a punto de llorar,
y le dijo al contestar:
¡Claro que sí, vida mía!
Luego se puso a pensar
que muy pronto estrenaría.

Entonces Pedro sonriente
dijo a su esposa Ernestina:
Pues estoy en la cantina
que se encuentra mero enfrente:
 

Rober

Miembro Conocido
Hola Victor
No sólo Pedro sonríe, creo que lo has hecho con todos nosotros.
Un abrazo
Rober
 


Como Pedro no llegaba,
su esposa, por celular,
le habló para preguntar
en qué lugar se encontraba.

Él le contestó al instante
con singular alegría:
¿Te acuerdas amada mía,
de aquella gran joyería
en la que tuvimos antes,
cuando entonces tú querías
un anillo de diamantes
y comprarlo no podía?

Ella rebosó alegría,
casi a punto de llorar,
y le dijo al contestar:
¡Claro que sí, vida mía!
Luego se puso a pensar
que muy pronto estrenaría.

Entonces Pedro sonriente
dijo a su esposa Ernestina:
Pues estoy en la cantina
que se encuentra mero enfrente:
VÍCTOR

¡Qué buena la salida!

Un fortísimo abrazo,

Guillermo.
 

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