María del Mar Ponce López
Moderadora de Prosas Compartiendo Tristezas
Una niña sentada en un rincón, mirando hacia el suelo, musitaba unas pocas palabras entre sollozos y soledad. En la habitación de al lado un hombre agonizaba, llevaba muchas horas sufriendo y respirando con dificultad. Todos sus hijos y su esposa estaban allí. El ya no hablaba, la muerte se lo iba llevando lentamente.
La niña estaba pidiendo algo a un Dios o a quien pudiera escucharla,ella se encontraba en el mismo lugar pero no parecía que formara parte de la escena cruel que se estaba viviendo. Esa niña solo pedía una cosa, así bajito, sus palabras eran: "¡por favor que se muera ya". Eso repetía una y otra vez.
A las seis de la madrugada del día 23 de octubre del año 1983 ese hombre murió y dejó su largo padecimiento. La niña se sentía como inmersa en una pesadilla, se muy bien que nunca despertó, se quedó en ella. Aquel día un trozo de su alma se rompió para siempre.
Sí, aquel hombre era mi padre y aquella niña soy yo...
Maria del Mar Ponche Lo pez
Reservados derechos de autor
La niña estaba pidiendo algo a un Dios o a quien pudiera escucharla,ella se encontraba en el mismo lugar pero no parecía que formara parte de la escena cruel que se estaba viviendo. Esa niña solo pedía una cosa, así bajito, sus palabras eran: "¡por favor que se muera ya". Eso repetía una y otra vez.
A las seis de la madrugada del día 23 de octubre del año 1983 ese hombre murió y dejó su largo padecimiento. La niña se sentía como inmersa en una pesadilla, se muy bien que nunca despertó, se quedó en ella. Aquel día un trozo de su alma se rompió para siempre.
Sí, aquel hombre era mi padre y aquella niña soy yo...
Maria del Mar Ponche Lo pez
Reservados derechos de autor