Antonio Jurado
Miembro Conocido
El viento soplaba raudo buscando un camino fácil
y entre las ramas arbóreas ya se le oía sonar.
Los pájaros en los nidos ni se atrevían a volar
para evitar que su empuje les pudiera derribar.
Los pajarillos ni piaban, porque el silbido del aire
a su instinto les decía que debían de esperar,
porque si caían al suelo por tanta velocidad,
entonces a los pollitos, nadie los podría salvar.
Morirían ateridos, sin papá y sin la mamá
con sus piquitos abiertos sin poderse alimentar.
Solo asomaban el pico desde la boca del nido
esperando con paciencia que acabara el vendaval.
Amainó el aire y calmado, el ambiente se quedó.
Ya comenzaban de nuevo los adultos a saltar,
del nido a buscar comida para las crías en plumón,
que ahora ya sí que piaban reclamando su ración.
El tiempo era apacible y hasta el sol se iluminó
en los entornos del nido y en los árboles en flor.
Sus rayos iluminaban entre las ramas y hojas
todo su entorno cercano con su deseado calor.
Volvían a oírse murmullos de los pollitos ajenos
que ya dasagazapados, comenzaban su canción,
una especie de sonidos recordándole a sus padres
que trajeran más insectos para su alimentación.
Era la naturaleza, que se iba abriendo camino
y entre las matas y pinos se oía el piar apagado
de otros pájaros adultos que se abrían a la vida
desplegando al fin sus alas hacia la liberación.
Antonio Jurado (España)
© Derechos reservados
y entre las ramas arbóreas ya se le oía sonar.
Los pájaros en los nidos ni se atrevían a volar
para evitar que su empuje les pudiera derribar.
Los pajarillos ni piaban, porque el silbido del aire
a su instinto les decía que debían de esperar,
porque si caían al suelo por tanta velocidad,
entonces a los pollitos, nadie los podría salvar.
Morirían ateridos, sin papá y sin la mamá
con sus piquitos abiertos sin poderse alimentar.
Solo asomaban el pico desde la boca del nido
esperando con paciencia que acabara el vendaval.
Amainó el aire y calmado, el ambiente se quedó.
Ya comenzaban de nuevo los adultos a saltar,
del nido a buscar comida para las crías en plumón,
que ahora ya sí que piaban reclamando su ración.
El tiempo era apacible y hasta el sol se iluminó
en los entornos del nido y en los árboles en flor.
Sus rayos iluminaban entre las ramas y hojas
todo su entorno cercano con su deseado calor.
Volvían a oírse murmullos de los pollitos ajenos
que ya dasagazapados, comenzaban su canción,
una especie de sonidos recordándole a sus padres
que trajeran más insectos para su alimentación.
Era la naturaleza, que se iba abriendo camino
y entre las matas y pinos se oía el piar apagado
de otros pájaros adultos que se abrían a la vida
desplegando al fin sus alas hacia la liberación.
Antonio Jurado (España)
© Derechos reservados