María Ibañez
Miembro Conocido
Tiemblas,
como el viento en mi ventana
ahora que tu cuerpo rosa mi espalda,
sonríes,
con la tenue insinuación a flor de labios
natural como la brisa marina.
Alma de ecos vibrantes,
te adueñas de las riendas de mi alma;
callada y decidida
pasea tu sombra por mis pupilas,
adornada con la inquietud
de una noche junto al mar.
He caído en la trampa de tus labios
en las dulces curvas que los definen,
precipicio mortal de la sensatez
en el que delira mi ser
a la menor provocación.
Ajustas tus manos
a la medida de mi deseo
y mi voluntad se pierde
por las calles atormentadas
del ayer, a las que después de ti
no puedo volver.
Tiemblan,
las raíces de mi cuerpo
sonríen,
los poros de mi piel,
porque ahora me abriga tu pecho,
hecho de caoba y miel.
como el viento en mi ventana
ahora que tu cuerpo rosa mi espalda,
sonríes,
con la tenue insinuación a flor de labios
natural como la brisa marina.
Alma de ecos vibrantes,
te adueñas de las riendas de mi alma;
callada y decidida
pasea tu sombra por mis pupilas,
adornada con la inquietud
de una noche junto al mar.
He caído en la trampa de tus labios
en las dulces curvas que los definen,
precipicio mortal de la sensatez
en el que delira mi ser
a la menor provocación.
Ajustas tus manos
a la medida de mi deseo
y mi voluntad se pierde
por las calles atormentadas
del ayer, a las que después de ti
no puedo volver.
Tiemblan,
las raíces de mi cuerpo
sonríen,
los poros de mi piel,
porque ahora me abriga tu pecho,
hecho de caoba y miel.