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Un mendrugo de amor (tercetos encadenados)

Un mendrugo de amor (tercetos encadenados)

Te quise como nadie, no lo dudes,
te entregué lo que fui sin pedir nada,
te di todo mi ser, mis inquietudes.

Eras dulce canción de mi alborada.
Tanto amor te ofrecí que soy de hielo,
presa por el candor de tu mirada.

Mi corazón se fue cerca del cielo,
tú fuiste su enemigo, su verdugo,
está sin vida, triste, por el suelo.

Pedí de tu pasión solo un mendrugo
cual pobre sin orgullo y solitario,
un mendrugo de amor, que fue mi yugo.

Y pasa lentamente el calendario,
el tiempo se convierte en penitencia,
las horas son mi cruz y mi calvario.

Debo vivir así, sin tu presencia
y olvidar lo que llevo en las entrañas,
mas muero de dolor por esta ausencia.

Con tu recuerdo siento que me arañas.
Tú sembraste un jardín con amapolas
y se llenó de cardos y de cañas.

En mi mar ya no quedan caracolas,
ni sirenas, ni espuma, ni sonido,
se pararon la nubes y las olas.

El alma se despoja de su nido
cuando no se alimenta de los sueños
y vuela por el mundo sin sentido.

La amargura y la pena son los dueños
del eterno principio de mi suerte,
sin luchas, sin razones, sin empeños.
Soy la dama perenne de la muerte.

María del Mar Ponce López
Reservados derechos de autor
 

Sanchez Macías

Miembro Conocido
Siento no poder añadir reputación a estos maravillosos tercetos. Tu pluma excelsa brilla en toda su extensión. Felicidades y suerte. Besos.
 
Maria querida los había leído ayer y comentado, pero no sé qué pasó, y no se grabo mi comentario, como decía : en ti el escribir es como un pez que desliza en el mar, tan suave y sutil, tan bello y singular, bravo por estos magníficos tercetos, besos mil.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Un mendrugo de amor (tercetos encadenados)

Te quise como nadie, no lo dudes,
te entregué lo que fui sin pedir nada,
te di todo mi ser, mis inquietudes.

Eras dulce canción de mi alborada.
Tanto amor te ofrecí que soy de hielo,
presa por el candor de tu mirada.

Mi corazón se fue cerca del cielo,
tú fuiste su enemigo, su verdugo,
está sin vida, triste, por el suelo.

Pedí de tu pasión solo un mendrugo
cual pobre sin orgullo y solitario,
un mendrugo de amor, que fue mi yugo.

Y pasa lentamente el calendario,
el tiempo se convierte en penitencia,
las horas son mi cruz y mi calvario.

Debo vivir así, sin tu presencia
y olvidar lo que llevo en las entrañas,
mas muero de dolor por esta ausencia.

Con tu recuerdo siento que me arañas.
Tú sembraste un jardín con amapolas
y se llenó de cardos y de cañas.

En mi mar ya no quedan caracolas,
ni sirenas, ni espuma, ni sonido,
se pararon la nubes y las olas.

El alma se despoja de su nido
cuando no se alimenta de los sueños
y vuela por el mundo sin sentido.

La amargura y la pena son los dueños
del eterno principio de mi suerte,
sin luchas, sin razones, sin empeños.
Soy la dama perenne de la muerte.

María del Mar Ponce López
Reservados derechos de autor

Así se siente amiga cuando el amor no es parte de la vida,cuando se ama sin ser correspondido,tus versos lo trasmiten a la perfección,hermosisismo poema amiga,es muy bello,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 

Aldebarán

Cuenta Cerrada
Un mendrugo de amor (tercetos encadenados)

Te quise como nadie, no lo dudes,
te entregué lo que fui sin pedir nada,
te di todo mi ser, mis inquietudes.

Eras dulce canción de mi alborada.
Tanto amor te ofrecí que soy de hielo,
presa por el candor de tu mirada.

Mi corazón se fue cerca del cielo,
tú fuiste su enemigo, su verdugo,
está sin vida, triste, por el suelo.

Pedí de tu pasión solo un mendrugo
cual pobre sin orgullo y solitario,
un mendrugo de amor, que fue mi yugo.

Y pasa lentamente el calendario,
el tiempo se convierte en penitencia,
las horas son mi cruz y mi calvario.

Debo vivir así, sin tu presencia
y olvidar lo que llevo en las entrañas,
mas muero de dolor por esta ausencia.

Con tu recuerdo siento que me arañas.
Tú sembraste un jardín con amapolas
y se llenó de cardos y de cañas.

En mi mar ya no quedan caracolas,
ni sirenas, ni espuma, ni sonido,
se pararon la nubes y las olas.

El alma se despoja de su nido
cuando no se alimenta de los sueños
y vuela por el mundo sin sentido.

La amargura y la pena son los dueños
del eterno principio de mi suerte,
sin luchas, sin razones, sin empeños.
Soy la dama perenne de la muerte.

María del Mar Ponce López
Reservados derechos de autor
Un excelente y bien labrado trabajo que vuelve a poner de manifiesto tu gran talento. Destaco no solo la perfección del texto sino la excelsa lírica del mensaje. El final me parece soberbio aunque particularmente prefiero el doble pareado al serventesio, lo cual no es ningún error.

Un abrazo.

Aldebarán.
 
Indiscutiblemente esta poesía es absolutamente exquisita y magnífica. Felicitaciones María del Mar por la belleza hecha melancolía de sus maravillosos versos, aplausos, reputación y saludos poeta

 

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