Pablo Alfonso
Miembro
Un viaje a los sentidos
Me toma la mano y me lleva la mar
hacia un ocio infinito de lujuria infernal;
acarician sus soles los delicados cuerpos,
con sus olas menea las privadas siluetas
y recorro su mundo de nervios extinguidos
y me lleva el olvido otra vez a vagar...
El tiempo, primitiva secuencia del ayer,
se limita tan sólo a ceder...
La sucesión de días y noches,
distendido de todo, me hacen descubrir
los encantos, los derroches...
Entregadas de lleno, las sirenas del lugar,
al salado espumaraje de la orilla,
son caricias que da el viento al pasar.
En la noche deambulo lánguidamente
en un viaje a sitera
y las voces y los gestos que me traen
paz y mansedumbre coloquial que encuentro
y avatares prejuiciosos del solar,
mientras que la vigilia
da a luz un nuevo planeta de cuerpos
que atrayentes convergen en un punto;
cientos de mariposas orugan con los rayos del sol
y retornan en la noche desplegando centelleantes
y seductores aleteos al volar.
Un Edén recién parido nos envuelve:
unos quedan, otros vuelan...
¡ávidos del querer compartir y regalar
un viaje a los sentidos!
Las retinas achispadas de los mágicos vapores
con los cuerpos creados y dispuestos al placer,
giran y se mezclan a la vez que
un consentido erotismo de pasiones
se hace uno
para ser un torbellino de avispadas sensaciones;
otros, asomados al balcón de ambiguas
y sensuales cabriolas,
sueñan que lo preciado en si es ya tenido
y se entregan en un goce de Nirvana
a la rueda de miradas: cómplices unas,
suspicaces otras...
El círculo de guiños, la danza de las risas,
histéricas o felices, juegan contorneando
eternos rituales;
distintos matices de voces y frases
completan el juego.
Los ojos recorren la bella anatomía que al ritmo musical
agitan el contorno de pieles repetidas
y el fuego del estío se vuelve cenizas
apagado al fin
por el humo que el amanecer destila...
Pablo Alfonso
Me toma la mano y me lleva la mar
hacia un ocio infinito de lujuria infernal;
acarician sus soles los delicados cuerpos,
con sus olas menea las privadas siluetas
y recorro su mundo de nervios extinguidos
y me lleva el olvido otra vez a vagar...
El tiempo, primitiva secuencia del ayer,
se limita tan sólo a ceder...
La sucesión de días y noches,
distendido de todo, me hacen descubrir
los encantos, los derroches...
Entregadas de lleno, las sirenas del lugar,
al salado espumaraje de la orilla,
son caricias que da el viento al pasar.
En la noche deambulo lánguidamente
en un viaje a sitera
y las voces y los gestos que me traen
paz y mansedumbre coloquial que encuentro
y avatares prejuiciosos del solar,
mientras que la vigilia
da a luz un nuevo planeta de cuerpos
que atrayentes convergen en un punto;
cientos de mariposas orugan con los rayos del sol
y retornan en la noche desplegando centelleantes
y seductores aleteos al volar.
Un Edén recién parido nos envuelve:
unos quedan, otros vuelan...
¡ávidos del querer compartir y regalar
un viaje a los sentidos!
Las retinas achispadas de los mágicos vapores
con los cuerpos creados y dispuestos al placer,
giran y se mezclan a la vez que
un consentido erotismo de pasiones
se hace uno
para ser un torbellino de avispadas sensaciones;
otros, asomados al balcón de ambiguas
y sensuales cabriolas,
sueñan que lo preciado en si es ya tenido
y se entregan en un goce de Nirvana
a la rueda de miradas: cómplices unas,
suspicaces otras...
El círculo de guiños, la danza de las risas,
histéricas o felices, juegan contorneando
eternos rituales;
distintos matices de voces y frases
completan el juego.
Los ojos recorren la bella anatomía que al ritmo musical
agitan el contorno de pieles repetidas
y el fuego del estío se vuelve cenizas
apagado al fin
por el humo que el amanecer destila...
Pablo Alfonso