Rober
Miembro Conocido
A deshora noté su mágico sortilegio
el color de sus ojos, el cristal en su mirada
el resplandor de su sonrisa, que me sedujo.
Sus manos inquietas, el timbre de su voz
su pudor… su inocente pudor.
La imaginé niña, también mujer
y por supuesto mía de mía.
La disfruté en un velero imaginario
con su blanco cabello al viento
y sus ojos detrás del horizonte
esa línea inalcanzable, al igual que ella.
No sé donde mora, donde trabaja
o donde buscar hasta encontrarla.
Me quita el sueño por imposible
mi vigilia me enferma, quizá muera.
Deseo confesar y esperar como un penitente
la absolución o la condena.
Suplicar otra vez, una vez más
el milagro de las trompetas de Jericó
saltar los escombros, y en un arrebato
entre las sombras de las costas del Jordán
navegar con ella en la noche a la deriva
por el mar Muerto, hacia la vida
hacia la vida misma.
el color de sus ojos, el cristal en su mirada
el resplandor de su sonrisa, que me sedujo.
Sus manos inquietas, el timbre de su voz
su pudor… su inocente pudor.
La imaginé niña, también mujer
y por supuesto mía de mía.
La disfruté en un velero imaginario
con su blanco cabello al viento
y sus ojos detrás del horizonte
esa línea inalcanzable, al igual que ella.
No sé donde mora, donde trabaja
o donde buscar hasta encontrarla.
Me quita el sueño por imposible
mi vigilia me enferma, quizá muera.
Deseo confesar y esperar como un penitente
la absolución o la condena.
Suplicar otra vez, una vez más
el milagro de las trompetas de Jericó
saltar los escombros, y en un arrebato
entre las sombras de las costas del Jordán
navegar con ella en la noche a la deriva
por el mar Muerto, hacia la vida
hacia la vida misma.
