hombre inexistente
Ayer, a la misma hora de siempre,
cuando la plaza queda vacía de sol:
cual intrusa envuelta en sombra, pasé,
empujando mis pasos con la mente….
Y allí, donde no caben dos, solo tú o yo
al filo de la luz del farol, estabas de pie:
lanzando al aire, círculos de humo ...