Me senté cabizbajo
a escuchar, sentir y ver
la lluvia caer,
sin saber que hacer.
y corrió sobre mi
el desprecio, la angustia,
y quizá hasta el deseo de odiar,
casi todo lo que yo solía amar.
Y se lavó lo bueno,
y el frío, el trueno, y el propio miedo,
fui yo, otra vez
ese yo que pronunciar...