Te vi reflejada en la luna,
que asombrada te miraba.
Misteriosa, desgarrada,
y hasta inalcanzable caminabas.
Te vi llorar y levantarte erguida... aún del lodazal.
El dolor te hizo fuerte,
tus gritos desgarradores,
desafiantes, aún resuenan intermitentes.
Tú, la hija abnegada,
la madre...