José Luis Blázquez
JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
REFLEXIONES SOBRE LA SINALEFA Y LOS ACENTOS EN EL VERSO
Con frecuencia, solemos invalidar un verso cuando encontramos que, para que dé las sílabas correctas, hay que hacer sinalefa coincidiendo con el acento principal, en la penúltima sílaba del verso. También extendemos este criterio cuando la sinalefa afecta a uno de los acentos rítmicos, sobre todo a la 6ª sílaba tratándose de endecasílabos.
Tal vez con menor motivo aún, señalamos como incorrectos versos en los que aparece una sílaba tónica al lado de uno de los acentos principales, como por ejemplo en las sílabas 5ª y 6ª de los endecasílabos.
La pregunta es: ¿estamos actuando de forma correcta con estos criterios? Es lo que modestamente voy a intentar clarificar.
Lo primero que hay que destacar es que existe un claro “divorcio” entre los expertos en Lingüística y los Poetas. Los primeros, son eminentemente teóricos, mientras que los segundos cultivan más el terreno “práctico”. Tras esta primera y obligada aclaración, vamos a entrar a analizar las dos cuestiones planteadas.
En el caso de la sinalefa –cuando coincide con el acento principal o uno de los acentos rítmicos del verso- yo no diría que el verso es incorrecto, sino que no es recomendable su uso. Tal vez puede “sonar” algo peor, pero no es motivo para calificar un verso como no válido. Ejemplos hay, y muchos, en los que los poetas no han tenido en cuenta esta regla que con tanto rigor aplicamos hoy en día. Para no extenderme, citaré sólo algunos ejemplos de poetas tan universalmente reconocidos como Gustavo Adolfo Bécquer y José María Gabriel y Galán.
El primero, en una de sus célebres Rimas –la 10ª, concretamente- dice:
“El cielo se deshace en rayos de_oro”
Con nuestro actual e inflexible criterio, este verso sería de inmediato señalado como incorrecto, al tener que hacer sinalefa coincidiendo con el acento principal del verso. Sin embargo: ¿quién se atrevería al día de hoy a decir que este verso no es válido? Es más: si me apuráis, yo incluso diría que el verso “pide” esa sinalefa, porque la verdad es que “suena” de maravilla. Probad a deshacerla y comprobaréis que resulta algo forzado: la forma natural de hablar invita a hacer esta unión entre esas dos vocales.
Ejemplos similares encontramos en los poemas de José María Gabriel y Galán. En su famosa silva asonantada a la que titula “El Ama”, dice:
“La vida en la alquería
giraba en torno de_ella”
Más adelante, y también en este mismo poema, leemos:
“Y dice al despedirme: “Ánimo_amo”
Podría seguir multiplicando los ejemplos, pero no quiero pecar de reiterativo con ello. Tan sólo recalcar que podemos encontrar muchísimos ejemplos de versos en los que se aplica la sinalefa a pesar de coincidir con el acento principal o estrófico del verso, así como en los demás acentos rítmicos. Y en todos los casos, los versos “suenan” perfectamente bien. Si no estaban mal antes, ¿por qué van a estarlo ahora?
Otro tema –si cabe- más comprometido es la concomitancia de una sílaba tónica con un acento rítmico, como sucede, por ejemplo, con las sílabas 5ª y 6ª en los versos endecasílabos. Para analizar debidamente esta cuestión, es necesario recordar la clasificación de los acentos en el verso, que van en función de la posición que ocupe la penúltima sílaba (acento principal o estrófico). Cuando la penúltima sílaba es par –como en el caso de los endecasílabos, por ejemplo- su ritmo es yámbico, mientras que si la penúltima sílaba es impar –los decasílabos, por ejemplo- su ritmo es trocaico. Esta condición de yámbico o trocaico es lo que determina la denominación de los demás acentos. En los versos yámbicos, cuya penúltima sílaba es par, todos los acentos que recaigan sobre sílabas pares son acentos rítmicos. Si seguimos con el ejemplo del endecasílabo, los acentos en sílabas 2, 4, 6 y 8 son acentos rítmicos. El acento principal, en 10ª, es lo que lo define como verso yámbico. En cambio, los acentos que recaen sobre sílabas impares: 3ª, 5ª, 7ª y 9ª, son acentos extrarrítmicos, lo que no significa que no sean válidos. Si un acento extrarrítmico se encuentra al lado de un acento rítmico –los situados en 5ª y 6ª en los endecasílabos, por ejemplo- se denomina acento antirrítmico, que puede “sonar” mejor o peor, pero que sigue igualmente siendo correcto. Lo que tiene que hacer en estos casos el rapsoda o el poeta que los declama, es convertir en átona una de las dos sílabas tónicas, porque lo que está aceptado y no admite ninguna discusión es que no pueden existir dos sílabas tónicas consecutivas. Pero el poeta que recita, dispone de los recursos suficientes para convertir en átona una sílaba tónica, quedando de este modo resuelto el problema. Por poner un ejemplo –dentro de los muchos que podemos encontrar- voy a citar un verso de José María Gabriel y Galán, de un poema suyo cuyo título es: “Regreso”. Dice así:
“¡Bendita, ¡oh Patria!, seas, que me has dado!!
Este verso, da las correctas 11 sílabas si lo leemos así:
Ben-di-taoh-pa-tria-se-as-que-mehas-da-do
Con lo que los acentos recaen en:
BenDIta_OH PAtria SEas que me_HAS DAdo
Es decir, tenemos acentos en 2ª, 3ª, 4ª, 6ª, 9ª y 10ª. Los acentos en 3ª y 9ª son extrarrítmicos y además antirrítmicos, lo que no impide para que el verso sea correcto y “suene” perfectamente bien.
Debemos hacer una profunda reflexión sobre estos puntos, ya que estamos señalando versos como incorrectos que en realidad no lo son. Esto puede ser frustrante para los autores, que ven cómo son desechados poemas que a ellos –y a mí- les “suenan” como correctos. En lo que a mí concierne, no invalidaré ningún verso por los motivos apuntados: ni porque la sinalefa coincida con alguno de los acentos rítmicos, ni porque se aprecien acentos antirrítmicos, siempre que, leído de forma natural, el verso me “suene” bien. No hay que olvidar que la poesía es, por encima de todo, “música”, y no debemos caer en la tentación de hacer más caso a la ortodoxia que al oído.
Un cálido abrazo.
Con frecuencia, solemos invalidar un verso cuando encontramos que, para que dé las sílabas correctas, hay que hacer sinalefa coincidiendo con el acento principal, en la penúltima sílaba del verso. También extendemos este criterio cuando la sinalefa afecta a uno de los acentos rítmicos, sobre todo a la 6ª sílaba tratándose de endecasílabos.
Tal vez con menor motivo aún, señalamos como incorrectos versos en los que aparece una sílaba tónica al lado de uno de los acentos principales, como por ejemplo en las sílabas 5ª y 6ª de los endecasílabos.
La pregunta es: ¿estamos actuando de forma correcta con estos criterios? Es lo que modestamente voy a intentar clarificar.
Lo primero que hay que destacar es que existe un claro “divorcio” entre los expertos en Lingüística y los Poetas. Los primeros, son eminentemente teóricos, mientras que los segundos cultivan más el terreno “práctico”. Tras esta primera y obligada aclaración, vamos a entrar a analizar las dos cuestiones planteadas.
En el caso de la sinalefa –cuando coincide con el acento principal o uno de los acentos rítmicos del verso- yo no diría que el verso es incorrecto, sino que no es recomendable su uso. Tal vez puede “sonar” algo peor, pero no es motivo para calificar un verso como no válido. Ejemplos hay, y muchos, en los que los poetas no han tenido en cuenta esta regla que con tanto rigor aplicamos hoy en día. Para no extenderme, citaré sólo algunos ejemplos de poetas tan universalmente reconocidos como Gustavo Adolfo Bécquer y José María Gabriel y Galán.
El primero, en una de sus célebres Rimas –la 10ª, concretamente- dice:
“El cielo se deshace en rayos de_oro”
Con nuestro actual e inflexible criterio, este verso sería de inmediato señalado como incorrecto, al tener que hacer sinalefa coincidiendo con el acento principal del verso. Sin embargo: ¿quién se atrevería al día de hoy a decir que este verso no es válido? Es más: si me apuráis, yo incluso diría que el verso “pide” esa sinalefa, porque la verdad es que “suena” de maravilla. Probad a deshacerla y comprobaréis que resulta algo forzado: la forma natural de hablar invita a hacer esta unión entre esas dos vocales.
Ejemplos similares encontramos en los poemas de José María Gabriel y Galán. En su famosa silva asonantada a la que titula “El Ama”, dice:
“La vida en la alquería
giraba en torno de_ella”
Más adelante, y también en este mismo poema, leemos:
“Y dice al despedirme: “Ánimo_amo”
Podría seguir multiplicando los ejemplos, pero no quiero pecar de reiterativo con ello. Tan sólo recalcar que podemos encontrar muchísimos ejemplos de versos en los que se aplica la sinalefa a pesar de coincidir con el acento principal o estrófico del verso, así como en los demás acentos rítmicos. Y en todos los casos, los versos “suenan” perfectamente bien. Si no estaban mal antes, ¿por qué van a estarlo ahora?
Otro tema –si cabe- más comprometido es la concomitancia de una sílaba tónica con un acento rítmico, como sucede, por ejemplo, con las sílabas 5ª y 6ª en los versos endecasílabos. Para analizar debidamente esta cuestión, es necesario recordar la clasificación de los acentos en el verso, que van en función de la posición que ocupe la penúltima sílaba (acento principal o estrófico). Cuando la penúltima sílaba es par –como en el caso de los endecasílabos, por ejemplo- su ritmo es yámbico, mientras que si la penúltima sílaba es impar –los decasílabos, por ejemplo- su ritmo es trocaico. Esta condición de yámbico o trocaico es lo que determina la denominación de los demás acentos. En los versos yámbicos, cuya penúltima sílaba es par, todos los acentos que recaigan sobre sílabas pares son acentos rítmicos. Si seguimos con el ejemplo del endecasílabo, los acentos en sílabas 2, 4, 6 y 8 son acentos rítmicos. El acento principal, en 10ª, es lo que lo define como verso yámbico. En cambio, los acentos que recaen sobre sílabas impares: 3ª, 5ª, 7ª y 9ª, son acentos extrarrítmicos, lo que no significa que no sean válidos. Si un acento extrarrítmico se encuentra al lado de un acento rítmico –los situados en 5ª y 6ª en los endecasílabos, por ejemplo- se denomina acento antirrítmico, que puede “sonar” mejor o peor, pero que sigue igualmente siendo correcto. Lo que tiene que hacer en estos casos el rapsoda o el poeta que los declama, es convertir en átona una de las dos sílabas tónicas, porque lo que está aceptado y no admite ninguna discusión es que no pueden existir dos sílabas tónicas consecutivas. Pero el poeta que recita, dispone de los recursos suficientes para convertir en átona una sílaba tónica, quedando de este modo resuelto el problema. Por poner un ejemplo –dentro de los muchos que podemos encontrar- voy a citar un verso de José María Gabriel y Galán, de un poema suyo cuyo título es: “Regreso”. Dice así:
“¡Bendita, ¡oh Patria!, seas, que me has dado!!
Este verso, da las correctas 11 sílabas si lo leemos así:
Ben-di-taoh-pa-tria-se-as-que-mehas-da-do
Con lo que los acentos recaen en:
BenDIta_OH PAtria SEas que me_HAS DAdo
Es decir, tenemos acentos en 2ª, 3ª, 4ª, 6ª, 9ª y 10ª. Los acentos en 3ª y 9ª son extrarrítmicos y además antirrítmicos, lo que no impide para que el verso sea correcto y “suene” perfectamente bien.
Debemos hacer una profunda reflexión sobre estos puntos, ya que estamos señalando versos como incorrectos que en realidad no lo son. Esto puede ser frustrante para los autores, que ven cómo son desechados poemas que a ellos –y a mí- les “suenan” como correctos. En lo que a mí concierne, no invalidaré ningún verso por los motivos apuntados: ni porque la sinalefa coincida con alguno de los acentos rítmicos, ni porque se aprecien acentos antirrítmicos, siempre que, leído de forma natural, el verso me “suene” bien. No hay que olvidar que la poesía es, por encima de todo, “música”, y no debemos caer en la tentación de hacer más caso a la ortodoxia que al oído.
Un cálido abrazo.