cocuzza3105
Miembro Conocido
COCODRILO
Cincuentón y solitario
era un hombre separado,
se encontraba desolado.
Con su nombre José Mario,
lamentaba muy a diario
una vida en soledad
en las noches, a su edad,
pues sabía que era escasa,
y ese tiempo que se pasa,
tener sexo de verdad.
Del trabajo a su hogar,
su pasar era la tele
que encendía, el pelele,
para penas ahogar
y angustias olvidar.
Parecía encerrado
en un mundo obligado,
pero él lo había hecho
por sentir solo despecho
por su amor abandonado.
Una noche dijo: _ ¡Basta!
¡Se acabó este encierro
de sentirme como un hierro!
¡Para esto no hay más pasta,
no más vida pura y casta!
Pues así salió el demente,
a romper su estado ausente,
de jolgorio y de risa,
pues salió a toda prisa
a lanzar su esperma urgente.
Vislumbró allá a lo lejos
unas curvas muy preciosas
y así, comprando rosas
se acercó a los candilejos
con sus ojos bien perplejos.
Minifalda y cancanes
que haciendo ademanes
lo atrajo de inmediato
e invitó a pasar un rato
aceitando rulemanes.
A un motel de allí se fueron,
y el silencio de su autismo
en el bulo era un sismo;
En la cama se metieron,
tapaditos emprendieron.
Controlando el deseo
con su mano dio un paseo:
_ Son tus ojos dos luceros,
y tus labios callejeros
me provocan un cimbrón
que no siento hace un montón
y tampoco que no veo.
Prosiguiendo por su cuello
lo tocó con suave gesto,
esperando para el resto,
para allí dejar su sello
con un beso en su atropello.
Al llegar a las colinas:
_ Son dos bellas mandarinas
que al roce me seducen
y ellas mismas me conducen
a seguir por estas ruinas.
En su vientre se detuvo
para dar un buen masaje,
siendo ese su paraje
donde tiempo se entretuvo
y así mismo se mantuvo.
Al ombligo acariciaba
sin ponerse ni una traba;
Y al momento de seguir
ansiedad le dio por ir
a la cima que esperaba.
Cuando al monte arribó,
¡Oh, sorpresa un cocodrilo!
Que le fue un refucilo,
pero el hombre lo ignoró
cuando el baile comenzó;
Y expresó: _ ¡Nena bailemos,
ya salida no tenemos,
no perdamos este encuentro,
es que estamos muy adentro,
date vuelta y continuemos!
Ángel César Cocuzza.
Cincuentón y solitario
era un hombre separado,
se encontraba desolado.
Con su nombre José Mario,
lamentaba muy a diario
una vida en soledad
en las noches, a su edad,
pues sabía que era escasa,
y ese tiempo que se pasa,
tener sexo de verdad.
Del trabajo a su hogar,
su pasar era la tele
que encendía, el pelele,
para penas ahogar
y angustias olvidar.
Parecía encerrado
en un mundo obligado,
pero él lo había hecho
por sentir solo despecho
por su amor abandonado.
Una noche dijo: _ ¡Basta!
¡Se acabó este encierro
de sentirme como un hierro!
¡Para esto no hay más pasta,
no más vida pura y casta!
Pues así salió el demente,
a romper su estado ausente,
de jolgorio y de risa,
pues salió a toda prisa
a lanzar su esperma urgente.
Vislumbró allá a lo lejos
unas curvas muy preciosas
y así, comprando rosas
se acercó a los candilejos
con sus ojos bien perplejos.
Minifalda y cancanes
que haciendo ademanes
lo atrajo de inmediato
e invitó a pasar un rato
aceitando rulemanes.
A un motel de allí se fueron,
y el silencio de su autismo
en el bulo era un sismo;
En la cama se metieron,
tapaditos emprendieron.
Controlando el deseo
con su mano dio un paseo:
_ Son tus ojos dos luceros,
y tus labios callejeros
me provocan un cimbrón
que no siento hace un montón
y tampoco que no veo.
Prosiguiendo por su cuello
lo tocó con suave gesto,
esperando para el resto,
para allí dejar su sello
con un beso en su atropello.
Al llegar a las colinas:
_ Son dos bellas mandarinas
que al roce me seducen
y ellas mismas me conducen
a seguir por estas ruinas.
En su vientre se detuvo
para dar un buen masaje,
siendo ese su paraje
donde tiempo se entretuvo
y así mismo se mantuvo.
Al ombligo acariciaba
sin ponerse ni una traba;
Y al momento de seguir
ansiedad le dio por ir
a la cima que esperaba.
Cuando al monte arribó,
¡Oh, sorpresa un cocodrilo!
Que le fue un refucilo,
pero el hombre lo ignoró
cuando el baile comenzó;
Y expresó: _ ¡Nena bailemos,
ya salida no tenemos,
no perdamos este encuentro,
es que estamos muy adentro,
date vuelta y continuemos!
Ángel César Cocuzza.
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