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Cocodrilo

COCODRILO

Cincuentón y solitario
era un hombre separado,
se encontraba desolado.
Con su nombre José Mario,
lamentaba muy a diario
una vida en soledad
en las noches, a su edad,
pues sabía que era escasa,
y ese tiempo que se pasa,
tener sexo de verdad.

Del trabajo a su hogar,
su pasar era la tele
que encendía, el pelele,
para penas ahogar
y angustias olvidar.
Parecía encerrado
en un mundo obligado,
pero él lo había hecho
por sentir solo despecho
por su amor abandonado.

Una noche dijo: _ ¡Basta!
¡Se acabó este encierro
de sentirme como un hierro!
¡Para esto no hay más pasta,
no más vida pura y casta!
Pues así salió el demente,
a romper su estado ausente,
de jolgorio y de risa,
pues salió a toda prisa
a lanzar su esperma urgente.

Vislumbró allá a lo lejos
unas curvas muy preciosas
y así, comprando rosas
se acercó a los candilejos
con sus ojos bien perplejos.
Minifalda y cancanes
que haciendo ademanes
lo atrajo de inmediato
e invitó a pasar un rato
aceitando rulemanes.

A un motel de allí se fueron,
y el silencio de su autismo
en el bulo era un sismo;
En la cama se metieron,
tapaditos emprendieron.
Controlando el deseo
con su mano dio un paseo:
_ Son tus ojos dos luceros,
y tus labios callejeros
me provocan un cimbrón
que no siento hace un montón
y tampoco que no veo.

Prosiguiendo por su cuello
lo tocó con suave gesto,
esperando para el resto,
para allí dejar su sello
con un beso en su atropello.
Al llegar a las colinas:
_ Son dos bellas mandarinas
que al roce me seducen
y ellas mismas me conducen
a seguir por estas ruinas.

En su vientre se detuvo
para dar un buen masaje,
siendo ese su paraje
donde tiempo se entretuvo
y así mismo se mantuvo.
Al ombligo acariciaba
sin ponerse ni una traba;
Y al momento de seguir
ansiedad le dio por ir
a la cima que esperaba.

Cuando al monte arribó,
¡Oh, sorpresa un cocodrilo!
Que le fue un refucilo,
pero el hombre lo ignoró
cuando el baile comenzó;
Y expresó: _ ¡Nena bailemos,
ya salida no tenemos,
no perdamos este encuentro,
es que estamos muy adentro,
date vuelta y continuemos!

Ángel César Cocuzza.




 
Última edición:

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
COCODRILO

Cincuentón y solitario
era un hombre separado,
se encontraba desolado.
Con su nombre José Mario,
lamentaba muy a diario
una vida en soledad
en las noches, a su edad,
pues sabía que era escasa,
y ese tiempo que se pasa,
tener sexo de verdad.

Del trabajo a su hogar,
su pasar era la tele
que encendía, el pelele,
para penas ahogar
y angustias olvidar.
Parecía encerrado
en un mundo obligado,
pero él lo había hecho
por sentir solo despecho
por su amor abandonado.

Una noche dijo: _ ¡Basta!
¡Se acabó este encierro
de sentirme como un hierro!
¡Para esto no hay más pasta,
no más vida pura y casta!
Pues así salió el demente,
a romper su estado ausente,
de jolgorio y de risa,
pues salió a toda prisa
a lanzar su esperma urgente.

Vislumbró allá a lo lejos
unas curvas muy preciosas
y así, comprando rosas
se acercó a los candilejos
con sus ojos bien perplejos.
Minifalda y cancanes
que haciendo ademanes
lo atrajo de inmediato
e invitó a pasar un rato
aceitando rulemanes.

A un motel de allí se fueron,
y el silencio de su autismo
en el bulo era un sismo;
En la cama se metieron,
tapaditos emprendieron.
Controlando el deseo
con su mano dio un paseo:
_ Son tus ojos dos luceros,
y tus labios callejeros
me provocan un cimbrón
que no siento hace un montón
y tampoco que no veo.

Prosiguiendo por su cuello
lo tocó con suave gesto,
esperando para el resto,
para allí dejar su sello
con un beso en su atropello.
Al llegar a las colinas:
_ Son dos bellas mandarinas
que al roce me seducen
y ellas mismas me conducen
a seguir por estas ruinas.

En su vientre se detuvo
para dar un buen masaje,
siendo ese su paraje
donde tiempo se entretuvo
y así mismo se mantuvo.
Al ombligo acariciaba
sin ponerse ni una traba;
Y al momento de seguir
ansiedad le dio por ir
a la cima que esperaba.

Cuando al monte arribó,
¡Oh, sorpresa un cocodrilo!
Que le fue un refucilo,
pero el hombre lo ignoró
cuando el baile comenzó;
Y expresó: _ ¡Nena bailemos,
ya salida no tenemos,
no perdamos este encuentro,
es que estamos muy adentro,
date vuelta y continuemos!

Ángel César Cocuzza.




¡Vaya! no le importó el cocodrilo jejeje
Simpática la historia versada que nos compartes, Cocuzza.
Un placer pasar.
Saludos
Ana
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
COCODRILO

Cincuentón y solitario
era un hombre separado,
se encontraba desolado.
Con su nombre José Mario,
lamentaba muy a diario
una vida en soledad
en las noches, a su edad,
pues sabía que era escasa,
y ese tiempo que se pasa,
tener sexo de verdad.

Del trabajo a su hogar,
su pasar era la tele
que encendía, el pelele,
para penas ahogar
y angustias olvidar.
Parecía encerrado
en un mundo obligado,
pero él lo había hecho
por sentir solo despecho
por su amor abandonado.

Una noche dijo: _ ¡Basta!
¡Se acabó este encierro
de sentirme como un hierro!
¡Para esto no hay más pasta,
no más vida pura y casta!
Pues así salió el demente,
a romper su estado ausente,
de jolgorio y de risa,
pues salió a toda prisa
a lanzar su esperma urgente.

Vislumbró allá a lo lejos
unas curvas muy preciosas
y así, comprando rosas
se acercó a los candilejos
con sus ojos bien perplejos.
Minifalda y cancanes
que haciendo ademanes
lo atrajo de inmediato
e invitó a pasar un rato
aceitando rulemanes.

A un motel de allí se fueron,
y el silencio de su autismo
en el bulo era un sismo;
En la cama se metieron,
tapaditos emprendieron.
Controlando el deseo
con su mano dio un paseo:
_ Son tus ojos dos luceros,
y tus labios callejeros
me provocan un cimbrón
que no siento hace un montón
y tampoco que no veo.

Prosiguiendo por su cuello
lo tocó con suave gesto,
esperando para el resto,
para allí dejar su sello
con un beso en su atropello.
Al llegar a las colinas:
_ Son dos bellas mandarinas
que al roce me seducen
y ellas mismas me conducen
a seguir por estas ruinas.

En su vientre se detuvo
para dar un buen masaje,
siendo ese su paraje
donde tiempo se entretuvo
y así mismo se mantuvo.
Al ombligo acariciaba
sin ponerse ni una traba;
Y al momento de seguir
ansiedad le dio por ir
a la cima que esperaba.

Cuando al monte arribó,
¡Oh, sorpresa un cocodrilo!
Que le fue un refucilo,
pero el hombre lo ignoró
cuando el baile comenzó;
Y expresó: _ ¡Nena bailemos,
ya salida no tenemos,
no perdamos este encuentro,
es que estamos muy adentro,
date vuelta y continuemos!

Ángel César Cocuzza.






jajjajajajjaja vaya que sorpresita de regalo que tenía el encuentro jajajjajajjaaj muy buen poema muy gracioso,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
COCODRILO

Cincuentón y solitario
era un hombre separado,
se encontraba desolado.
Con su nombre José Mario,
lamentaba muy a diario
una vida en soledad
en las noches, a su edad,
pues sabía que era escasa,
y ese tiempo que se pasa,
tener sexo de verdad.

Del trabajo a su hogar,
su pasar era la tele
que encendía, el pelele,
para penas ahogar
y angustias olvidar.
Parecía encerrado
en un mundo obligado,
pero él lo había hecho
por sentir solo despecho
por su amor abandonado.

Una noche dijo: _ ¡Basta!
¡Se acabó este encierro
de sentirme como un hierro!
¡Para esto no hay más pasta,
no más vida pura y casta!
Pues así salió el demente,
a romper su estado ausente,
de jolgorio y de risa,
pues salió a toda prisa
a lanzar su esperma urgente.

Vislumbró allá a lo lejos
unas curvas muy preciosas
y así, comprando rosas
se acercó a los candilejos
con sus ojos bien perplejos.
Minifalda y cancanes
que haciendo ademanes
lo atrajo de inmediato
e invitó a pasar un rato
aceitando rulemanes.

A un motel de allí se fueron,
y el silencio de su autismo
en el bulo era un sismo;
En la cama se metieron,
tapaditos emprendieron.
Controlando el deseo
con su mano dio un paseo:
_ Son tus ojos dos luceros,
y tus labios callejeros
me provocan un cimbrón
que no siento hace un montón
y tampoco que no veo.

Prosiguiendo por su cuello
lo tocó con suave gesto,
esperando para el resto,
para allí dejar su sello
con un beso en su atropello.
Al llegar a las colinas:
_ Son dos bellas mandarinas
que al roce me seducen
y ellas mismas me conducen
a seguir por estas ruinas.

En su vientre se detuvo
para dar un buen masaje,
siendo ese su paraje
donde tiempo se entretuvo
y así mismo se mantuvo.
Al ombligo acariciaba
sin ponerse ni una traba;
Y al momento de seguir
ansiedad le dio por ir
a la cima que esperaba.

Cuando al monte arribó,
¡Oh, sorpresa un cocodrilo!
Que le fue un refucilo,
pero el hombre lo ignoró
cuando el baile comenzó;
Y expresó: _ ¡Nena bailemos,
ya salida no tenemos,
no perdamos este encuentro,
es que estamos muy adentro,
date vuelta y continuemos!

Ángel César Cocuzza.




ÁNGEL



Jajajajajaja

¡Oh!

La pasión ciega...

Un fortísimo abrazo,

Guillermo.
 
Vaya sorpresa que se llevó, tan inmenso como el deseo de su desahogo... Los estragos de la soledad algunas veces nos llevan a circunstancias insospechadas... Excelentes versos, gran fluidez a ala lectura en sintonía con la rima... Muy divertido tu relato... Placer leerte

Un beso

Charo
 

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