Maria Jose
Miembro Conocido
Vivo en un reloj de arena, soy un grano entre un millón, pero sé dónde estoy. Al principio estaba abajo, miraba hacia arriba y decía "Uh, de aquí no hay quien salga" Lo comentaba con los otros granos de arena y algunos me decían: No te esfuerces, ¿tú sabes todo lo que hay encima oprimiendo la salida? En cambio, otros apuntaban que no hay que desesperar, que el tiempo fluye y que generalmente nada es estable, todo cambia.
Así andaba yo, entre la resignación, la aceptación y la esperanza y mientras tanto nada sucedía, excepto que el tiempo iba pasando.
Un día cualquiera ¡albricias! ¡estaba arriba! El reloj dio la media vuelta y el tiempo nos puso en la cima, a todos, a los crédulos y a los incrédulos, no se detuvo en elegir a unos u otros, y qué feliz estaba yo en aquel momento; los que quedaron abajo con esa vuelta, pataleaban, lloraban porque habían perdido su posición y lo que consideraban suyo. Tenían dos opciones: adaptarse a lo nuevo o lamentarse y sentirse los más desgraciados.
Volvió nuevamente el tiempo con sus giros y volví a quedar abajo, pero ahora sé que es pasajero y ya no pregunto, porque ya sé que todo viene y va, porque sé que no todo se elige y que el tiempo lleva y trae, da y quita, y que cada uno, con eso, tiene que hacer el mejor uso que corresponda en cada momento.