Maria Jose
Miembro Conocido
Ser madre es ampliar tu mundo, fusionarte, prolongarte, de manera compartida, en otra persona; es la obra de ingeniería más perfecta de la creación. Ese sincronismo en un tiempo determinado consigue lo que toda la inteligencia de los grandes genios no alcanza, lo que las manos más eficaces nos son capaces de elaborar. Ello avanza en su propio código, en silencio, en la oscuridad e intimidad dando lugar a la ciencia exacta que precisa la vida, todo ello es avalado por un profundo sentimiento e instinto: amor y protección.
Antes de verle la carita ya lo estás amando y te preocupas porque venga sanito al mundo, le hablas, le cantas, lo sientes.
Y llega, con su fascinante olor a azul o rosa, con su mundo de leche y pañales, caricias y ternura y hasta la voz se hace a ellos, se hace pequeña al hablarles.
Cada madre guarda una rebelión de estrellas en su subconsciente que aguarda, desde nuestros ancestros, el momento óptimo: el olfato y el oído se agudizan, todo toma otra dimensión, crece la responsabilidad, la ilusión, a veces la inseguridad que conlleva lo nuevo, pero aprendes.
Y un día esos pequeños van y te llevan al parque, a la escuela, a los cumpleaños felices y a dibujar casas y árboles, a hacer de ogro o payaso...y se te van escapando sus edades hasta que un día, vuelan.
Pero ocurre que aquel cordón umbilical no llegó a cortarse por eso sus alegrías te siguen llenando y sus tristezas te siguen doliendo.
Hay madres que se saltan el paso natural, sólo ese, y lo hacen tan bien que no se nota.
Vivan todas las Madres del Mundo.
Un beso a la mía y se lo doy ya.
Antes de verle la carita ya lo estás amando y te preocupas porque venga sanito al mundo, le hablas, le cantas, lo sientes.
Y llega, con su fascinante olor a azul o rosa, con su mundo de leche y pañales, caricias y ternura y hasta la voz se hace a ellos, se hace pequeña al hablarles.
Cada madre guarda una rebelión de estrellas en su subconsciente que aguarda, desde nuestros ancestros, el momento óptimo: el olfato y el oído se agudizan, todo toma otra dimensión, crece la responsabilidad, la ilusión, a veces la inseguridad que conlleva lo nuevo, pero aprendes.
Y un día esos pequeños van y te llevan al parque, a la escuela, a los cumpleaños felices y a dibujar casas y árboles, a hacer de ogro o payaso...y se te van escapando sus edades hasta que un día, vuelan.
Pero ocurre que aquel cordón umbilical no llegó a cortarse por eso sus alegrías te siguen llenando y sus tristezas te siguen doliendo.
Hay madres que se saltan el paso natural, sólo ese, y lo hacen tan bien que no se nota.
Vivan todas las Madres del Mundo.
Un beso a la mía y se lo doy ya.