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Sufriendo

Veo las gotas de lluvia escurriendo sobre mi cristal. Buscando el camino, engordando en cada unión y acelerando su carrera. De mi apatía solo me saca el continuo crepitar de la leña ardiendo en la chimenea. A través de mi ventana veo el hayedo, viviendo con intensidad el otoño, cubriendo de una alfombra amarilla el suelo, que contrasta con el verde intenso de los zarzales que acompañan en su discurrir al pequeño río de alegres remolinos, de claras aguas, que baja desde lo más alto de la montaña hasta perderse por el frondoso valle.
Esta casa siempre me llenó de un sentimiento de paz, pero ahora no, la melancolía invade mi alma como como la marea a la playa, arrastrando hasta el último grano de felicidad. Hace ya dos meses que te fuiste, y bien podrían ser dos vidas. Lo he abandonado todo por este ahogo al que me somete mi corazón. Trabajo, amigos, familia, quedaron atrás, como un recuerdo nublado de tiempos muy lejanos. Solo vivo para sufrir. Solo sufro, y no, esto no es vivir. No puedo olvidarte ni un solo instante, ni de día, ni de noche. Tu sonrisa, tus ojos, tu piel...solo de pensar en volver a tocarla entro en un estado febril. Un día cerraste la puerta y todavía no se por qué. Perdí tus besos, y mi razón, y no creo que pueda jamás recuperarla. El peso de mi pena será la losa que sujete mi epitafio.
 
Mi niño en esta tarde de otoño no otoño pues por acá hemos pasado del verano al invierno directamente, la imagen de la chimenea y lacasita cerca del río es hermosa, mil gracias por compartir tu sentir, las tardes con chimeneas suelen traer diversos recuerdos, la soledad y la melancolía no se escapan del fuego, un abrazo desde mis mares y bendiciones.

 
Maravillosas imagenes que describen maravillosamente la tristeza que anida en tu corazón al perder en la lejanía el amor. Felicitaciones Javier por esta exquisita prosa, reputación y saludos amigo poeta
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Veo las gotas de lluvia escurriendo sobre mi cristal. Buscando el camino, engordando en cada unión y acelerando su carrera. De mi apatía solo me saca el continuo crepitar de la leña ardiendo en la chimenea. A través de mi ventana veo el hayedo, viviendo con intensidad el otoño, cubriendo de una alfombra amarilla el suelo, que contrasta con el verde intenso de los zarzales que acompañan en su discurrir al pequeño río de alegres remolinos, de claras aguas, que baja desde lo más alto de la montaña hasta perderse por el frondoso valle.
Esta casa siempre me llenó de un sentimiento de paz, pero ahora no, la melancolía invade mi alma como como la marea a la playa, arrastrando hasta el último grano de felicidad. Hace ya dos meses que te fuiste, y bien podrían ser dos vidas. Lo he abandonado todo por este ahogo al que me somete mi corazón. Trabajo, amigos, familia, quedaron atrás, como un recuerdo nublado de tiempos muy lejanos. Solo vivo para sufrir. Solo sufro, y no, esto no es vivir. No puedo olvidarte ni un solo instante, ni de día, ni de noche. Tu sonrisa, tus ojos, tu piel...solo de pensar en volver a tocarla entro en un estado febril. Un día cerraste la puerta y todavía no se por qué. Perdí tus besos, y mi razón, y no creo que pueda jamás recuperarla. El peso de mi pena será la losa que sujete mi epitafio.

Una prosa que nos cuenta cómo queda el corazón cuando el ser amado se ha marchado, todo parece perder sentido.
Muy buenas letras Javier.
Felicitaciones y un abrazo con cariño
Ana
 
Veo las gotas de lluvia escurriendo sobre mi cristal. Buscando el camino, engordando en cada unión y acelerando su carrera. De mi apatía solo me saca el continuo crepitar de la leña ardiendo en la chimenea. A través de mi ventana veo el hayedo, viviendo con intensidad el otoño, cubriendo de una alfombra amarilla el suelo, que contrasta con el verde intenso de los zarzales que acompañan en su discurrir al pequeño río de alegres remolinos, de claras aguas, que baja desde lo más alto de la montaña hasta perderse por el frondoso valle.
Esta casa siempre me llenó de un sentimiento de paz, pero ahora no, la melancolía invade mi alma como como la marea a la playa, arrastrando hasta el último grano de felicidad. Hace ya dos meses que te fuiste, y bien podrían ser dos vidas. Lo he abandonado todo por este ahogo al que me somete mi corazón. Trabajo, amigos, familia, quedaron atrás, como un recuerdo nublado de tiempos muy lejanos. Solo vivo para sufrir. Solo sufro, y no, esto no es vivir. No puedo olvidarte ni un solo instante, ni de día, ni de noche. Tu sonrisa, tus ojos, tu piel...solo de pensar en volver a tocarla entro en un estado febril. Un día cerraste la puerta y todavía no se por qué. Perdí tus besos, y mi razón, y no creo que pueda jamás recuperarla. El peso de mi pena será la losa que sujete mi epitafio.
Querido Javier, esta prosa que has escrito, remueve un sin fin de sensaciones en el corazón de nosotros como lectores, por lo menos en mi, que me visitó la nostalgia, desde la primera linea, y pude persivir el duelo que lleva a cuestas el alma del poeta.

Un beso para ti, y mi abrazo infinito amigo querido.
 

MARIPOSA NEGRA

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woww Javi, fuertes sentimientos de amor y soledad nos entregan tus letras, cuando se ama de tal forma no hay razones suficientes para mitigar ese vacío, ese amargo despertar y esas ganas de correr tras de esa persona que se aleja y deja atrás un corazón hecho pedazos, un enorme placer leerte, besos
 
Dejas un llanto en cada palabra Javier....de ese desgarro que ver partir a quien amamos....y que eta siempre dentro nuestro.....en cada sentir hacen que no se olviden.....ya que dejaron fuertes huellas en esa vida....que te rregalo ...pasando en ella amigo.....Te dejo un gran abrazo en esta lejanía amigo.....Maru
 

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