José Luis Blázquez
JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
La clasificación de los versos en yámbicos o trocaicos es exclusivamente por la posición que ocupa el acento principal del verso en la penúltima sílaba: si es par –como ocurre en todos los versos de sílabas totales impares- su ritmo es yámbico, y si es impar, su ritmo es trocaico. Pero esto es sólo en lo que se refiere a la penúltima sílaba del verso, pero puede tener –y de hecho los tiene- otros acentos que no sean el principal de la penúltima sílaba, que se denominan acentos rítmicos. Lo que ocurre es que el acento principal o estrófico –en la penúltima sílaba- condiciona bastante los demás acentos, pudiéndose afirmar que, en general, y salvo excepciones, todos los acentos que recaigan sobre sílabas pares en los versos yámbicos, van perfectamente bien, lo mismo que sucede con los acentos en las sílabas impares de los versos trocaicos. Veamos unos ejemplos:
Endecasílabo: verso yámbico (acento principal en 10ª). Le van bien todos los acentos que puedan recaer en 2ª, 4ª, 6ª, y 8ª. ¿La excepción? Fundamentalmente los dactílicos, que al acentuar la 1ª, 4ª, 7ª y 10ª, “rompen” completamente con esta regla principal, y de ahí que no puedan ser usados en compañía de otras clases de endecasílabos.
Dodecasílabo simple: verso trocaico (acento principal en 11ª). Le van bien todos los acentos que puedan recaer en las sílabas 1ª, 3ª, 5ª, 7ª y 9ª. Es decir, salvo excepciones, hay que procurar que los acentos rítmicos “sigan” al que presenta el acento principal del verso, que es lo que determina que sea yámbico o trocaico.
Otra cosa distinta son las denominadas cláusulas rítmicas, que se basan en la posición que ocupan los acentos dentro de cada sílaba. Hay 5 tipos rítmicos:
Trocaico: óo
Yámbico: oó
Dactílico: óoo
Anfíbraco: oóo
Anapesto: ooó
Es decir, si dentro de un verso, encontramos acentuadas las sílabas 3ª, 6ª, y 9ª (en un verso de 10), decimos que tiene ritmo anapéstico, aunque el verso sea trocaico (acento principal en 9ª). Pongo como ejemplo un poema mío publicado en Versos Compartidos que empieza diciendo:
Golondrina de negros colores
Ritmo anapéstico (acentos en 3, 6 y 9), dentro de un verso trocaico (acento principal en 9ª). Como se puede ver, son dos cosas diferentes.
Los versos que se construyen ateniéndose a las cláusulas rítmicas son extraordinariamente musicales, porque la colocación de los acentos les da un ritmo inconfundible. Siguiendo con el ejemplo del ritmo anapéstico, y agregándole otra cláusula más, tenemos el tridecasílabo simple, que yo uso muchísimo porque es “música pura”: acentos en 3ª, 6ª, 9ª y 12ª. Este verso, combinaría perfectamente con el anterior, a pesar de que el decasílabo es trocaico y el tridecasílabo es yámbico. ¿Y por qué? Porque ambos tienen el mismo esquema acentual: 3ª, 6ª, 9ª y 12ª (en el caso del tridecasílabo). En este caso, el verso más largo parece –y de hecho lo es- una “prolongación” del más corto, y “suena” perfectamente bien.
Conclusión: a la hora de combinar versos de diferente métrica, hay que tener en cuenta el ritmo del verso, que es más importante que el tipo de verso (yámbico o trocaico). Versos de tipo yámbico pueden “desentonar” muchísimo junto a otros yámbicos de diferente medida, y en cambio, pueden combinar perfectamente con otros de tipo trocaico, siempre que su ritmo (cuando hablamos de “ritmo” nos estamos refiriendo a la colocación de los acentos) sea similar.
Endecasílabo: verso yámbico (acento principal en 10ª). Le van bien todos los acentos que puedan recaer en 2ª, 4ª, 6ª, y 8ª. ¿La excepción? Fundamentalmente los dactílicos, que al acentuar la 1ª, 4ª, 7ª y 10ª, “rompen” completamente con esta regla principal, y de ahí que no puedan ser usados en compañía de otras clases de endecasílabos.
Dodecasílabo simple: verso trocaico (acento principal en 11ª). Le van bien todos los acentos que puedan recaer en las sílabas 1ª, 3ª, 5ª, 7ª y 9ª. Es decir, salvo excepciones, hay que procurar que los acentos rítmicos “sigan” al que presenta el acento principal del verso, que es lo que determina que sea yámbico o trocaico.
Otra cosa distinta son las denominadas cláusulas rítmicas, que se basan en la posición que ocupan los acentos dentro de cada sílaba. Hay 5 tipos rítmicos:
Trocaico: óo
Yámbico: oó
Dactílico: óoo
Anfíbraco: oóo
Anapesto: ooó
Es decir, si dentro de un verso, encontramos acentuadas las sílabas 3ª, 6ª, y 9ª (en un verso de 10), decimos que tiene ritmo anapéstico, aunque el verso sea trocaico (acento principal en 9ª). Pongo como ejemplo un poema mío publicado en Versos Compartidos que empieza diciendo:
Golondrina de negros colores
Ritmo anapéstico (acentos en 3, 6 y 9), dentro de un verso trocaico (acento principal en 9ª). Como se puede ver, son dos cosas diferentes.
Los versos que se construyen ateniéndose a las cláusulas rítmicas son extraordinariamente musicales, porque la colocación de los acentos les da un ritmo inconfundible. Siguiendo con el ejemplo del ritmo anapéstico, y agregándole otra cláusula más, tenemos el tridecasílabo simple, que yo uso muchísimo porque es “música pura”: acentos en 3ª, 6ª, 9ª y 12ª. Este verso, combinaría perfectamente con el anterior, a pesar de que el decasílabo es trocaico y el tridecasílabo es yámbico. ¿Y por qué? Porque ambos tienen el mismo esquema acentual: 3ª, 6ª, 9ª y 12ª (en el caso del tridecasílabo). En este caso, el verso más largo parece –y de hecho lo es- una “prolongación” del más corto, y “suena” perfectamente bien.
Conclusión: a la hora de combinar versos de diferente métrica, hay que tener en cuenta el ritmo del verso, que es más importante que el tipo de verso (yámbico o trocaico). Versos de tipo yámbico pueden “desentonar” muchísimo junto a otros yámbicos de diferente medida, y en cambio, pueden combinar perfectamente con otros de tipo trocaico, siempre que su ritmo (cuando hablamos de “ritmo” nos estamos refiriendo a la colocación de los acentos) sea similar.