Vislumbré su deidad,
deslumbróme con fuerza su belleza,
¡oh, hermosa Verdad!,
sutil delicadeza,
desplegóse su esencia de pureza.
En la noche moruna,
su aureola sentí resplandeciente,
¡Oh, grande es mi fortuna!,
escuché lo silente
del corazón que calla lo que siente.
En mi sueño grandioso...