¡Ay! mi chiquito salvaje,
me sorprendiste de madrugada,
con un beso en la nariz.
¡ y mi caída de la cama, imprevista, provocaste!
Esos ojitos verdes que me miran embelesados,
y apenas llego a casa, me indican corriendo,
el camino a la heladera.
¡Ay! ¡con ese lenguaje extraño, aprendimos a...