Vienes siempre a mi pórtico, orgullosa,
a incitarme ansiedades y sonrojos,
porque sabes que solo tengo ojos
para amarte y honrarte, dama hermosa.
Sé que gozas al verme el alborozo
con que observo tu andar de lado a lado;
y que gustas de mí, pues has notado,
como tiembla tu cuerpo si te rozo...