Cada día regresa, ya en la noche,
su mirada sin brillo, cabizbaja,
caminando silente, por el borde
del atajo que lleva a su morada.
Presurosa -temiendo a los hampones-
abre presta la puerta de su casa
y ya adentro coloca el picaporte
que le brinde en la noche alguna calma.
Es su techo un...